No somos de este mundo.



                   
                    Publicado en El Día de Zamora el 2 de mayo de 2014.
 
        Algunos. Otros sí, pero hoy voy a escribir sobre los que no lo somos. Pese a la existencia de numerosas plataformas por la igualdad, ya sea esta de género, de raza, o de lo que a ustedes se les pueda ocurrir, ya les digo yo que esa milonga que se han empeñado en vendernos de que somos todos iguales no es verdad. Y no se me escandalicen, con esto no estoy afirmando que las mujeres sean mejores que los hombres, o superiores los negros a los blancos, o viceversa en ambos casos. No. Solo afirmo que no somos iguales. Tampoco quiero con ello decir aquella gilipollez que creo recordar se recogía en la obra de Orwell “Rebelión en la granja” de que somos todos iguales, pero algunos son más iguales que otros. Que no. Ustedes han tenido que constatar esta evidencia, no van a poder negármelo. Cuando el grupo de los iguales, de los que ellos se creen iguales, aprecian que hay un ser diferente, esos iguales, tan gremiales ellos, se encargan de hacerle la vida imposible al ser diferente. Y esto pasa en las guarderías, en los colegios, en los institutos, en las universidades, en las calles y en los trabajos. Para los que no lo recuerden, un trabajo es una ocupación retribuida. Los seres iguales se encargan de hacerle la vida imposible al ser diferente, hasta que este, que como es diferente decide no cambiar para incorporarse al grupo de los iguales, se acaba yendo sin más. Los seres diferentes son así. Un día deciden irse, cierran la puerta, sin dar un portazo, y no se vuelve a saber de ellos. Ya no los busquen, que no estarán en los bares que frecuentaban, ni en las tiendas que solían comprar, ni siquiera por las calles que hollaban. Y es entonces cuando los echarán de menos, bien por sus controvertidas opiniones, por sus buenos modales, por su oratoria… no le den más vueltas, los echarán de menos porque eran diferentes. Pero no desesperen, esos seres diferentes siempre dejan un rastro dentro de los que se creen iguales, y aunque peque de ñoño, ese rastro, esa pequeña huella de vez en cuando se volverá una punzada dolorosa que les hará añorarlo.

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