Publicado en El Día de Zamora el 17 de enero.
Cuando esto salga a la luz será viernes, por fin, y 17 de enero. Este dato, tan innecesario como obvio, implica que ya les tengo a ustedes perfectamente ubicados en este 2014. A lo que voy, que todos se habrán apuntado ya al gimnasio, que estarán haciendo dieta, que irán conociendo los rudimentos de la lengua de Shakespeare y que incluso, los más osados, habrán iniciado la ardua tarea de dejar de fumar. Los habrá que se tomaran en serio aquello que prometieron en la época navideña y se hayan decidido a mantener un mayor contacto con la familia y los amigos, sin preguntar antes si esa familia o esos amigos querían saber de él fuera de las obligadas reuniones fruto del calendario o de las vicisitudes de la vida como muertes, bautizos, bodas, y similares. Y es que, reconózcanlo conmigo, eso de los amigos y la familia estará muy bien, pero a la larga supone un coñazo. Que usted esté tan tranquilo en la paz de su hogar y le suene el teléfono, lo coja y escuche a su interlocutor decirle, “hola soy yo”. Coño, ya sé que eres tú, que me sale en el móvil quién me llama, y que te diga que va a pasar unos días en tu localidad, se da por hecho que se te va a meter en casa, él o ella, con su pareja nueva y un niño vietnamita, o chino, que son todos parecidos, que adoptaron porque en un ataque de solidaridad se creyeron Brad y Angelina. Y no, no les estoy exagerando lo más mínimo. Aquí en Zamora todos tenemos ese compañero de clase que se fue a estudiar a Madrid, se nacionalizó madrileño, y ahora cada vez que viene te dice eso de que “es que Madrid es Madrid”, “no sabéis la calidad de vida que tenéis aquí” y todo tipo de gilipolleces parecidas. Ese ser que se fue a Madrid y que toda la vida lo llamaste Josico y que ahora sus amigos de allá lo llaman Joss (pronunciese Yos y alarguen bien la ese final). Así que queridos, ni gimnasio, ni dieta, ni inglés ni familia/amigos. Desconecten el teléfono y sigan con sus monótonas y aburridas vidas. Que mucho mejor eh.
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