“Suicidios ejemplares” es el título de una novela de Enrique Vila-Matas, publicada por la editorial Anagrama en 1991, y en la que se nos cuentan toda suerte de suicidios imaginarios. “La cosa mejor que ha hecho la ley eterna es que, habiéndonos dado una sola entrada a la vida, nos ha procurado miles de salidas” nos dice Vila-Matas en uno de sus relatos, robándole las palabras a Séneca de sus “Cartas morales a Lucilio”. El libro se compone de diez relatos, diez relatos que nos acercan a la muerte no como desenlace natural de la vida, sino por propia voluntad. Cabe aclarar que no en todos los casos se llega al suicidio, pero si es constante la presencia de la muerte en todos ellos, a veces de una manera ridícula, otras como una consecuencia natural que se desprende de los propios avatares del protagonista, pero siempre mostrándonos una infinidad de caminos dirigidos a un único y común fin. Quiero reparar en uno de los textos que componen el libro y que se titula “Muerte por saudade”, en el cual el camino para alcanzar la muerte es la nostalgia, nostalgia que se desarrolla en Lisboa, la Lisboa de Pessoa, al que parafrasea cuando habla de “Viajar, perder suicidios; perderlos todos”. El protagonista es un hombre que nunca termina nada, que siempre escapa de las obligaciones que le rodean, que llega a huir hasta de sí mismo, y que, les adelanto, no llevará a cabo su suicidio. O si, vayan a saber ustedes lo que Vila-Matas quieres decirnos cuando deja al personaje sentado y mirando al horizonte. El protagonista narra la historia en primera persona, narra y miente a la vez, trata de engañarnos, pero se le nota. Y es probable que a través de esa mentira escape a su muerte por saudade. Escapar de la muerte con una mentira, o escapar de la vida misma. Tal y como se nos plantea esta, al parecer las dos oportunidades que se nos ofrecen es, o abandonar la vida por el camino de un suicidio ejemplar, de uno de entre los miles a los que se refiere Séneca, o bien mentir, mentir de una manera tan inverosímil que nos expulse de la propia vida y de la de los demás. Eso o seguir aguantando, pero esta última salida cada día está más cerrada.
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