El éxito

Publicado en El día de Zamora el 9 de noviembre de 2012.

El otro día, cuando me disponía a escribirles a ustedes mi columna semanal, me encontré el Diccionario de la Real Academia encima de la mesa, abierto por la letra e. Me dispuse a cerrarlo, pero noté un par de espacios en blanco, justo entre las palabras existir y ex libris. Tras darle vueltas a la cosa un rato, me di cuenta de que los términos que habían desaparecido eran éxito y su correlativo exitoso. Y ahí me tienen, dándole vueltas a la cabeza y sin encontrar una explicación lógica al suceso. Como en estas circunstancias siempre es recomendable interrogar a los posibles testigos de los hechos, le pregunté a la palabra existir, si podía aclararme algo, y cuál fue mi sorpresa que no solo me contestó sino que estaba informada de todo. Al parecer, de un tiempo a esta parte, al éxito no lo consultaba nadie porque no había motivo alguno para ello. El éxito, antes reluciente como resultado feliz de un negocio o como buena aceptación que tiene una persona o cosa, había dejado de tener sentido. Y como para que una cosa, incluso las palabras, ha de ser real, verdadera o tener vida para existir –al citase a sí misma la palabra existir se puso muy estupenda- y el éxito se había quedado sin tales cualidades, optó por coger de la mano a su derivado exitoso y abandonar el diccionario. Todo esto ha pasado hace ya muchos meses, continuó su explicación, lo cual ratifica su buen criterio al haberse ido dado que nadie hasta hoy había reparado en su ausencia. Ex libris recriminó tal fuga argumentando que a ella hacía muchos años que nadie la consultaba, pero que ahí seguía, que tenía una responsabilidad para con el diccionario y no sé que más monsergas porque tampoco le presté mucha más atención. Todo esto que les estoy contando hoy sería poco relevante si solo la palabra éxito hubiera desaparecido por falta de uso, pero hojeando el diccionario me encontré con un montón de huecos en blanco en los que no me atreví a indagar para que no me invadiera la desesperanza. Esta sí estaba, y bien gorda, en negrita, ocupando media página, como si se hubiera comido a todas las que habían desaparecido, y llenando cada vez más espacio en nuestro vocabulario y en nuestras vidas.

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