Publicado en El día de Zamora el 19 de octubre de 2012.
El otro día me descargué en mi iPad una aplicación sobre dudas gramaticales y ortográficas patrocinada por la Real Academia de la Lengua, de la lengua española se entiende, que tal y como está el patio nacionalista, mejor dejar las cosas claras desde el principio. Esta aplicación no es más que lo que era el clásico diccionario de dudas de toda la vida, pero en versión siglo XXI. Lo más curioso es que, en vez de introducir la duda lingüística a través del teclado, tiene un asistente de voz. Vamos, que uno le habla al aparatito con la duda que le surja y el aparatito le da a uno la solución adecuada. Pues ahí me tienen consultándole cuanto dilema me venía a la cabeza para redactarles a ustedes mis artículos de la mejor manera posible, cuando, en un momento de la mañana, y después de una airada discusión telefónica, se me ocurrió decir en voz alta “no sé qué voy a hacer contigo”. Y ahí tienen a mi iPad captando esa frase lanzada al aire, analizándola y diciéndome con una voz femenina metalizada: “Sé más comprensivo, ponte en su situación”. Me quedé mirándolo primero con asombro y luego por encima de las gafas junto con un mohín y cometí el error de contestarle, qué sabrás tú de lo que estoy hablando, a lo que la señora que vive dentro del iPad vino a responderme lo mismo que en primer caso, que fuera más comprensivo y me pusiera en su situación. Agarré el puñetero artilugio demoniaco, lo apagué y lo metí de nuevo en su caja, no fuera a ser que inaugurara una nueva modalidad olímpica de lanzamiento de iPad por la ventana con récord mundial incluido. La cuestión estaba en que el puñetero aparato me había dejado pensando acerca de si cuando tenemos una controversia con otra persona intentamos ponernos en su lugar, valorar el por qué ha llegado hasta ahí e incluso los puntos que pueda tener de razón, asumirlos, reconocerlos y sobre ellos argumentar nuestro punto de vista al respecto. Ya les anticipo que a mí eso ni se me ocurre, y a la mayoría de ustedes tampoco. Y los que están diciendo que sí, que ellos son muy comprensivos y dialogantes, o no son españoles o mienten.
El otro día me descargué en mi iPad una aplicación sobre dudas gramaticales y ortográficas patrocinada por la Real Academia de la Lengua, de la lengua española se entiende, que tal y como está el patio nacionalista, mejor dejar las cosas claras desde el principio. Esta aplicación no es más que lo que era el clásico diccionario de dudas de toda la vida, pero en versión siglo XXI. Lo más curioso es que, en vez de introducir la duda lingüística a través del teclado, tiene un asistente de voz. Vamos, que uno le habla al aparatito con la duda que le surja y el aparatito le da a uno la solución adecuada. Pues ahí me tienen consultándole cuanto dilema me venía a la cabeza para redactarles a ustedes mis artículos de la mejor manera posible, cuando, en un momento de la mañana, y después de una airada discusión telefónica, se me ocurrió decir en voz alta “no sé qué voy a hacer contigo”. Y ahí tienen a mi iPad captando esa frase lanzada al aire, analizándola y diciéndome con una voz femenina metalizada: “Sé más comprensivo, ponte en su situación”. Me quedé mirándolo primero con asombro y luego por encima de las gafas junto con un mohín y cometí el error de contestarle, qué sabrás tú de lo que estoy hablando, a lo que la señora que vive dentro del iPad vino a responderme lo mismo que en primer caso, que fuera más comprensivo y me pusiera en su situación. Agarré el puñetero artilugio demoniaco, lo apagué y lo metí de nuevo en su caja, no fuera a ser que inaugurara una nueva modalidad olímpica de lanzamiento de iPad por la ventana con récord mundial incluido. La cuestión estaba en que el puñetero aparato me había dejado pensando acerca de si cuando tenemos una controversia con otra persona intentamos ponernos en su lugar, valorar el por qué ha llegado hasta ahí e incluso los puntos que pueda tener de razón, asumirlos, reconocerlos y sobre ellos argumentar nuestro punto de vista al respecto. Ya les anticipo que a mí eso ni se me ocurre, y a la mayoría de ustedes tampoco. Y los que están diciendo que sí, que ellos son muy comprensivos y dialogantes, o no son españoles o mienten.
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