Tombstone, la leyenda de Wyatt Earp

Publicado en El día de Zamora el 27 de julio de 2012.

No sé si les suena el personaje, pero les pongo en antecedentes. El amigo Wyatt Earp era un Marshall, un policía especial vaya, que ocupó este puesto sobre la mitad del siglo XIX en el oeste de Estados Unidos. Fue uno de los protagonistas del tiroteo en el O.K. Corral en Tombstone, Arizona, junto con Doc Holliday, Virgil Earp, y Morgan Earp. Y como los americanos son tan así, forma parte de las figuras legendarias del Oeste estadounidense habiendo inspirado numerosos westerns. ¿Que a qué viene que les cuente esta mini biografía? Pues atentos que la historia ahora se vuelve más interesante. Emulando los hechos de 1889 en Arizona, dos jovenzuelos zamoranos, apostados en un edificio frente a los Jardines de Eduardo Barrón, se liaron a tiros en agosto del año pasado con los viandantes que por allí circulaban. Vale que lo hicieron con una escopeta de perdigones y de manera poco selectiva, que si un niño por aquí, que si una señora por allá, vamos, lo normal siempre que a uno le da por la cosa de disparar a los paseantes. Tras la gran intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, los sujetos fueron detenidos descubriéndose que eran dos chicos de familias acomodadas de la localidad, lo que pasa que los muchachos estaban ociosos y les dio por ocupar el tiempo en semejante tarea, que para qué iban a ponerse a buscar trabajo o montar una cooperativa si la cosa ya sabemos que está fatal. Pues tras casi un año de instrucción, el Juzgado de Instrucción Número Uno de Zamora, junto con la Fiscalía de la localidad, ha determinado que aquello era una simple falta y no un delito. Que sí, que mis compañeros letrados se me pondrán estupendos con la cosa de la técnica jurídica y tal, pero vete tú a explicarle a alguien que el hecho de estar aburrido en tu casa te lleva a coger una escopeta, ponerte a perdigonear a la población y que con poco más de una colleja te vas a tu casa tan pancho. Yo, por si acaso, ya he comprado en eBay un lanzallamas que no quema mucho para chamuscar a más de uno que yo me sé. Tomen nota y aplíquense el cuento.

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