Tristeza

Publicado en El día de Zamora el 18 de mayo de 2012.

De vez en cuando, así sin más, me siento triste. No sé cuál es el catalizador que me lleva a ese estado, puede que sea una canción que escucho de pasada, o una frase que apenas alcanzo a leer de reojo, pero la tristeza se presenta sin ser invitada. El otro día me sucedió esto mismo y la tristeza entró por debajo de la puerta de casa para sentarse a mi lado en el salón y he de decirles que no mola nada, porque no es como otras veces en las que se me aparecen cosas con las que puedo comunicarme y que vengo enseguida a contarles, la tristeza no te habla, no dice por qué te invade, solo surge y te muestra tus miedos y carencias, tus infortunios personales y el devenir que te acaecerá por todos ellos. Te asoma al borde del acantilado y ni siquiera te deja saltar para huir, porque lo que necesita es alimentarse de toda esa desgracia que te tiene dominado y que, aunque obvies o encierres muy dentro de ti, ella es capaz de encontrar y mostrarte. De vez en cuando, así sin más, me siento triste. Si, ya sé que no solo me pasa a mí, pero la tristeza te hace ser egoísta para lograr aislarte y convertirse en tu única compañera para, además, tratarte como a un desconocido.

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