Esperanzas

Publicado en El día de Zamora el 24 de febrero de 2012.

Salía el martes pasado de mi casa para dirigirme a mi puesto de trabajo cuando me encontré a la Realidad sentada en la acera. Ahí estaba, tan tranquila, en el bordillo, fumándose un cigarro y viendo transcurrir el tiempo con la certeza de los acontecimientos por divisa.  Al principio me costó reconocerla, porque aprovechando la cosa esta del carnaval se había disfrazado de Esperanza, un traje elaborado con ese tratamiento médico que anhelas salve tu vida, con esa persona a la que te enganchas esperando te haga olvidar a aquella otra, con esa llamada de teléfono que deseas suene y te ofrezca aquel puesto de trabajo, con ese hijo engendrado esperando que alargue tu relación de pareja, con todas esas cosas a las que te agarras para no desengancharte de la vida pero que ella, la Realidad, se encarga de ir segando poco a poco, una a una, día a día. La saludé de un modo cortés, y la invité a un café para intentar que me explicara por qué es tan dura como dicen, entre otros epítetos menos agradables. Como era de esperar, me salió con una discusión filosófica acerca de lo que es real y lo que no, de la percepción que cada uno tenemos de unos mismos hechos, que si Hume, que si Kant, que si Lacan y demás milongas sobre lo real y la realidad. Al no llegar a ninguna conclusión, nos fuimos cada uno por su lado, yo a trabajar y ella a seguir mostrándonos nuestra existencia sin edulcorantes, llena de disfraces de lo que queremos que sea pero no es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario