Según todas las estadísticas, en las próximas elecciones generales
habrá un cambio en el gobierno, y el partido que ahora está en la oposición
pasará a llevar el mando de las operaciones. Poco sé de lo que se recoge en su
programa electoral, pero voy viendo que en los aquís y los allás de la España
en la cual gobiernan van quitando un poquito de educación pública, un poquito
de sanidad pública, un poquito de la romana res pública, en definitiva, un
poquito del bien común. Ahora, como no todo va a ser quitar y quitar, he leído
en la prensa nacional que también van a poner cosas. Y qué cosas, a saber,
llevarán en su programa electoral la cadena perpetua revisable, un tipo de
condena que, según el portavoz de justicia del partido, Federico Trillo, tienen
todos los países de la UE menos dos, uno de ellos España. Y nosotros, que para
eso somos españoles de pro, en vez de estar orgullosos de ser un reducto de la
defensa de los derechos humanos, nos unimos al grupo de los que los patean. No
me asusta tanto la propuesta como en manos de quién estará la revisión. Y
cuándo. Y para qué delitos se aplicará. Y ya puestos, por qué no reinstaurar la
pena de muerte, revisable eso sí. La cosa es que aquí el cuándo es más
relevante y el por quién ya ni les cuento, que si el que la revisa es el
forense, mal vamos.
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