Hace unos días estaba yo encerrado
en mi mundo, encerrado por propia voluntad se entiende, cuando llamaron a la
puerta. Buenos días, me dijeron, somos del mundo de al lado y queríamos hacerle
una oferta para que se viniera a vivir con nosotros, pero es que yo estoy muy
bien en mi mundo y no tengo intenciones de mudarme, mire que la propuesta es
excepcional, inmejorable podríamos decir, ya bueno, pero es que no me interesa
en este momento, ya les digo que estoy bien donde estoy. Tras varios intentos,
los visitantes del otro mundo desistieron y se fueron sin convencerme de que me
mudara y yo volví a mis cosas, que no recordaba cuales eran por su culpa, así
que me puse a pensar en la cantidad de personas que a lo largo de mi vida me han
echado en cara que vivo muy encerrado en mi mundo y que sería conveniente que
saliera de él. Por qué, pregunto yo siempre. Porque es bueno para ti. Pero por
qué, insisto. Porque si. El resumen es que al tercer o cuarto por qué se cansan
y me dejan en paz, que es lo que tendrían que haber hecho desde el principio, y
no consiguen que les diga que no voy a su mundo porque las pocas veces que lo
he hecho me ha resultado decepcionante.
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