¿El peor de los tiempos?

            Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 31 de julio de 2023.

Cuando voy a La SER los viernes tengo, la costumbre de iniciar mis intervenciones recordando a los damnificados por los incendios ocurridos en la provincia de Zamora el verano pasado, hace ya más de un año, y en especial a Victoriano, a Eugenio, a Ángel, a Daniel y a sus familias, y como todavía ni ellos ni nadie han sido indemnizados del modo en el que se merecen, permítanme que también sean recordados en estas hojas. Ya en lo que me compete en los artículos que escribo aquí, les cuento que podemos decir que era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Vale, los más espabilados se habrán dado cuenta de que esto no es cosa mía sino del Sr. Dickens y de su libro “Historia de dos ciudades”. Si bien vivimos en una época en la que abundan las hambrunas, las guerras, las crisis climáticas y vayan ustedes a saber qué más catástrofes, que pudieran llevarnos a considerar que vivimos en el peor de los tiempos, también podemos afirmar que nunca ha existido un periodo en el que la humanidad tenga más derechos, tanto en su colectivo como en su individualidad, nunca ha tenido la mujer tanto reconocimiento, libertad y oportunidad en la sociedad como ahora. Diferentes grupos étnicos y minorías, así como los más vulnerables, no sólo son protegidos, sino que también son objeto de atención y trato especial. En términos de prosperidad y oportunidad, es el mejor de los tiempos. Y en efecto, ahora que bancos y empresas energéticas nos anuncian sus megamillonarios beneficios del primer semestre y las previsiones económicas para España, según los diferentes organismos internacionales, son envidiables, pudiéramos confirmar lo de que vivimos en el mejor de los tiempos. Sin embargo, si van ustedes a comprar un melón o una sandía, les pedirán un precio entre 12 y 14 euros, lo cual pareciera tirar por tierra la afirmación anterior. Y así estamos, atrapados dentro de una escala de grises, más oscuros o más claros según la vida de cada uno, vamos, que como todo, dependerá de la perspectiva desde la que ustedes miren. Así que no se amarguen y traten de sobrellevar este calor horrible pensando que no dentro de mucho podrán volver a disfrutar del arropo del nórdico por las noches. Incluso a los que se quejaron de votar bajo el bochorno, igual la vida les da la oportunidad de volver a hacerlo bajo la nieve. No desesperen.

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