Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 27 de enero de 2023.
Antes, cuando el mundo era otro
mundo, todo se hacía a mano. Y no, no vengo aquí a romantizar un modelo de vida
ausente de toda industrialización aunque desde mediados del siglo XVIII
hayamos ido poco a poco abandonando la manufactura para entregarnos a la
tecnología a veces de una manera absurda. Les pongo un ejemplo o un par de
ellos: ahora tenemos la posibilidad, mediante una orden de voz, de bajar las
persianas de casa, encender las luces, darles la tonalidad que deseemos,
cambiar el canal de la televisión, subir o bajar el volumen… que esto está muy
bien si ustedes tienen alguna limitación en sus funciones motoras, pero si sus
capacidades están operativas es una estupidez, porque una cosa es depender de
la tecnología y otra cosa es que nos dejemos convertir en seres inútiles. Es
obvio que usamos cada vez más dispositivos, algunos de ellos con funciones ridículas, que cuando fallan nos provocan cierto nivel de malestar porque
estamos supeditados a ellos. Yo, quizá por mi edad o vayan a saber el motivo,
sigo encontrando cierto placer en el olor de un libro nuevo, en su tacto, o en
el de un periódico recién comprado, y no he caído en la tentación del libro
electrónico, al cual le reconozco su utilidad en el ahorro de espacio que
supone, pero… Otro ejemplo: ¿Cuánto tiempo hace que no han escrito algo a
mano? Cada vez se escribe menos a mano y pasan los días o las semanas sin que
ninguno de ustedes haya cogido un lápiz y un papel para dejar una nota,
redactar una carta (tampoco se envían ya cartas manuscritas) y como consecuencia, la caligrafía se
va perdiendo. Escribir a mano supone un cierto nivel de concentración y de
atención, una “pérdida de tiempo” en nuestra sociedad del vértigo. Cierto es que escribir en un teclado resulta más
rápido, cómodo y sencillo. Y
sí, ahorramos tiempo; pero también perdemos esa impronta personal que cada uno
de nosotros plasmamos al escribir a mano. Al parecer, las vías cerebrales implicadas en teclear una letra
ya formada son distintas de las involucradas en dibujar una letra trazo por
trazo. Por ello, la
conexión que se produce con las regiones emocionales del cerebro es mucho mayor
en la escritura a mano. A esto habría que añadir que, al ser un
proceso más lento, nos permite buscar y seleccionar palabras más adecuadas para lo
que queremos expresar, con lo cual mejora la comunicación. Así, bienvenido el
teclado para lo que concierne a los asuntos laborales, pero recurran a la
escritura a mano cuando quieran entablar relaciones humanas. Se lo agradecerán.
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