Hipócritas.

 

Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 23 de diciembre de 2022.

Según la R.A.E., un hipócrita es una persona que finge cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene o experimenta. Con esta descripción podemos concluir que una persona hipócrita es una persona falsa, dado que aparenta ser o comportarse como otro que no es, ahora bien, implica una conducta que va más allá de una sonrisa simulada o una actitud deshonesta dado que la sociedad, la nuestra y todas, está condicionada por reglas que, si se saltan, se critican; reglas a las que nos atenemos de cara a la galería, aunque de manera privada nos comportemos como realmente somos. Tirando más del hilo,  no se trata sólo de esconder sentimientos o mostrar una cara que no es; la hipocresía es un comportamiento que se extiende a todas las relaciones humanas de tal modo que podríamos afirmar que hay gente hipócrita en cualquier lado, lo cual nos convertiría a todos en hipócritas bien para encajar en el grupo, para caer bien en el trabajo, para no dañar las emociones de otra gente, etc. Y sí, en algún momento de nuestras vidas todos hemos actuado de una manera hipócrita, por mucho que queramos justificar semejante comportamiento. ¿Que por qué se me ha ocurrido hablarles de esto un viernes 23 de diciembre? Pues hombre, resulta que no hay cosa más hipócrita que justificar el proceder de estos días bajo el manto de “la magia de la navidad”. Una vez más Nietzsche tenía razón cuando afirmaba que no hay nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía, que es justo lo que hacemos en esta época: fingimos ser lo que no somos para quedar bien ante otros y, lo que es peor, para engañarnos a nosotros mismos. Lo único que queremos es aparentar, sin que se note que estamos fingiendo. Esta obligación de que todo sea perfecto no es algo natural, sino que viene impuesta desde la sociedad, que nos fuerza a ser felices a cambio de objetos  materiales llamados regalos, de ingestas que alimentarían a tres familias, junto con otros comportamientos adoptados de la publicidad que nos rodea y asfixia. Así, de la misma manera que la palabra “verano” ha sido asociada al concepto “vacaciones”, la navidad implica consumismo desenfrenado. No tengo nada en contra de aquellos a los que todo esto les produce una verdadera felicidad, que cada uno la encuentre en lo que quiera, sólo  faltaría. Lo único que pido es un poco de coherencia, y que si uno es solidario no lo sea hoy y mañana ya no. Y también pido un poco de respeto por aquellos a los que no nos gusta todo lo que engloba la navidad porque no somos unos amargados como muchos nos llaman, sólo somos coherentes con nuestros valores. No queremos celebrar una festividad  que tiene su origen en una religión en la que no creemos. Tampoco  queremos alimentar el sistema capitalista gastando sin mesura. No queremos autoengañarnos con sonrisas falsas y queremos  estar tristes si así lo sentimos. Déjenme no ser hipócrita. Gracias.

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