Agosto.

            Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 29 de julio de 2022.

Sí, ya sé que cuando lean esto todavía será julio, pero según transiten ustedes por el fin de semana, desembarcarán ya en el verano agostil, el “mes de vacaciones” por antonomasia. Imagino a muchos con los planes ya hechos, cruzando los dedos para que ninguna compañía aérea se ponga en huelga de repente o que no suceda cualquier otro imprevisto perturbador. Otros tendrán vacaciones pero no se irán de vacaciones, que no está la cosa para gastos y más viendo la pinta con la que asoma septiembre, octubre, etc. Y algunos ni siquiera tendrán vacaciones y deberán soportar el mes con su rutina habitual a la espera de tiempos mejores. Sea cual sea su caso, es en verano cuando las personas, por propia voluntad o empujadas por la corriente social dominante, se deciden a “hacer cosas”. Como si el resto del año estuviéramos congelados sin hacer nada de nada, en una desidia continua, en una monotonía de dejadez. Sí, ya sé que cuando ustedes hablan de “hacer cosas” se refieren a divertirse sin medida, a leer lo que no han podido leer, a quedar con personas a las que no solemos ver, a salir más, a hacer deporte… yo qué sé, hacer cosas. Bueno, pues hoy les vengo a decir que, en contra del empuje social que les lleva a ese no parar, yo les digo que aprovechen para no hacer nada, que sean ustedes militantes de la filosofía de la inacción. Cierto es que cada uno descansa a su manera, y hay por ahí seres indeseables que sólo son capaces de “desconectar” “conectándose” a nuevos estímulos sin darse cuenta de que el cuerpo y sobre todo el cerebro necesitan reposar. Así que, como ejercicio, les planteo que se sienten en un sitio tranquilo, alejado del bullicio vacacional, de la gente hablando a voces, del vendedor ambulante que anuncia sus mercancías a grito pelao y dejen la mirada perdida, sin pensar en nada concreto, dedicándose a la mera contemplación. Levántense tarde, desayunen despacio, abandónense a la inapetencia y hagan suyas las palabras del matemático y filósofo francés Blaise Pascal, el cual decía que “todos los problemas de la humanidad provienen de la inhabilidad del ser humano de sentarse solo son hacer nada en una habitación”. Y no compren lotería de Navidad ni se pongan morenos, tampoco sean cansinos con eso.

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