Como, por una vez al menos, no me
gusta la definición que la RAE hace del término imaginación, permítanme que les
diga lo que para mí significa, consiéntanme que imagine mi propia descripción
de la palabra. Así, según mi propio diccionario, la palabra imaginación sería
la facultad del ser humano para representar de manera mental diferentes
historias o imágenes de cosas que no existen en la realidad, o que aun
existiendo, se nos figuran de manera diferente a como son. Pasado pues el trago
de que ustedes tengan que adivinar, o imaginar, sobre lo que voy a escribirles
esta vez, vayamos al meollo. Si bien todos nacemos con un potencial imaginativo
similar, y cuando somos pequeños lo exponemos sin temor ni vergüenza, conforme
vamos creciendo algunas personas lo reprimen o lo desconectan. Otras siguen
dejándolo aflorar escudándose en una cierta vena creativa, artística, como para
justificar con ello su comportamiento, y algunos, los menos, siguen
aprovechando ese potencial original para innovar, fantasear, o reírse sin más de
alguna ocurrencia desorbitada. Así que, aprovechando que hoy es viernes, traten
de aislarse de su entorno y permítanse imaginar cómo les gustaría que fuera
este día. Qué hacer y con quién, o dónde, o cómo. Y ya puestos, si cogen
carrerilla, no se queden sólo en el viernes y avancen esa proyección a todo el
fin de semana. Si tras este proceso (tómense su tiempo, no hace falta que
corran, lo bueno de la imaginación es que no requiere prisas) les ha gustado la
experiencia y ahora tienen en la cara una sonrisilla, repítanlo en cualquier
circunstancia. Me dirán que, pasado un rato, tienen el regusto amargo de no
haber podido ejecutar lo imaginado, o que nunca podrán alcanzar aquello que idearon.
No pasa nada, porque con lo que tiene que quedarse es con el buen rato que
tuvieron durante el proceso imaginativo, no con la contrastación de este con la
realidad. Es más, les estoy proponiendo que sean egoístas, ya que en ese periodo
sólo hemos buscado el beneficio y la satisfacción personal. Nada más (y nada
menos). Con los años nos vamos convirtiendo en seres monótonos y rutinarios,
como unos burócratas de nuestra existencia y la imaginación es la puerta de
salida de la cotidianeidad, es la manera de tener un bienestar ante las
necesidades del día a día. Y si mi propuesta les ha parecido una chorrada, que
seguro que los hay que piensan así porque son personas obtusas sin el más
mínimo de atisbo idealista, permítanme citarles a Albert Einstein, el cual nos
dijo que “la imaginación es más
importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado, mientras que la
imaginación no”, así que ya estaría.
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