Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 29 de enero de 2021.
Ya ven, cuando lean esto enero
estará terminando y las cosas seguirán como estaban o peor. Pusimos nuestras
esperanzas en el año 2021 como si el mero cambio de un dígito fuera a provocar
una catarsis ambiental o social, como si porque la Tierra hubiera terminado de
dar la vuelta alrededor del Sol todo fuera a cambiar para bien y el horizonte
se mostrara despejado, limpio, sin escollos. Depositamos nuestras esperanzas en
las estrellas, como si fuéramos astrólogos, trileros, adoradores de la
homeopatía. Cierto es que, como seres mortales que somos, hay determinados eventos
que no podemos anticipar o impedir y eso nos provoca miedo y ansiedad, lo cual
nos lleva a poner la vista en la esperanza. ¿Es útil abrazarnos a la esperanza
en tiempos de desolación? Pues, como todo, depende. Si lo hacemos como quien se
agarra a un tablón en mitad del naufragio puede ser que la esperanza sea pan para hoy y poco más,
pero si supone un modo de identificar estrategias o vías para lograr objetivos,
la esperanza podría ser un canal de motivación efectivo. Y de ese tablón es un poco
de lo que quería escribirles hoy, porque más que plantearnos a cualquier nivel
una planificación más o menos estratégica, nos hemos quedado con el mensaje
vacío, esa especie de dogma que nos acompaña desde abril o mayo y que se resume
en la frase “de esta saldremos juntos y mejores”. Pues miren, no. O si no
quieren tomarse mi negativa como categórica, pues digamos que tengo
la impresión de que no va a ser así, porque está por ver primero si saldremos,
y en el caso de salir está claro que juntos no será. Ya se ha
institucionalizado el “sálvese quien pueda” a todos los niveles, y ya han
podido comprobar que allí donde alguien ha podido pisar a otro para ir por
delante lo ha hecho. Políticos, militares y hasta obispos. De la frase “saldremos
juntos y mejores” hay que incidir en el plural de la misma, es decir, la
oportunidad de apoyarnos unos a otros para superar esta crisis sanitaria y
económica se diluye día a día ante el individualismo, ante el narcisismo. Abundan
ya los que promueven los deseos propios frente a necesidades sociales, la
autosuficiencia opuesta al altruismo de aquellos primeros meses de
confinamiento. No vamos a salir juntos, cada uno lo hará como pueda y el que no
pueda se quedará por el camino. Y desde luego, mejores tampoco.
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