Publicado en La Galerna el 30 de octubre de 2019.
Bien es
cierto que “La Galerna” está enfocada a los diferentes sucesos que atañen a la
esfera del Real Madrid, pero como ya “in pectore” el Real Madrid está metido de
lleno en el fútbol femenino, me dispongo a escribirles sobre el tema hoy. No
vamos a tratar la cuestión de si el fútbol femenino es más o menos atractivo
que el masculino, dejémoslo en que es fútbol y ya, pero sí cabe rascar un poco en qué hay detrás de la ola que ha crecido en torno a las mujeres que, de un modo
profesional, se dedican al fútbol. Hago mías las segundas palabras del
periodista José María García, el cual afirmó que el fútbol femenino “era una
mentira” (primeras palabras) y luego matizadas (segundas palabras) “era una
mentira en su organización”. Para empezar, la denominación de la primera división
española de fútbol femenino es “Liga Iberdrola”, con lo que ya podemos
detectar la presencia de un gran patrocinador que respalda la competición.
Ahora bien, al parecer, no deja de ser una sombra que nos impide ver la
realidad, la de que no todos los equipos pueden lograr que sus jugadoras sean
profesionales. Así lo conforma Cristina Pizarro “Chini” (Real Sociedad) que cuenta que
todavía no pueden considerarse futbolistas profesionales: “No estamos lejos,
pero hay gente que tiene que seguir estudiando o preocupándose por buscar un
trabajo porque los salarios no te dan para vivir del fútbol”. Tres años
lleva Iberdrola patrocinando la liga femenina, y esta a su vez cuenta con la
ayuda de algunas instituciones oficiales como el Consejo Superior de Deportes a
través de Universo Mujer, pero pese a que todo ello haya ayudado a darle una
mayor visibilidad al fútbol femenino, no da para comer. Así, literalmente. Ya
durante el Mundial de Francia de este año, las jugadoras de Sudáfrica
consiguieron equiparar sus sueldos con los de sus compañeros de la selección
masculina, pero sobre todo llamaron la atención las norteamericanas, que
hablaron de una "discriminación de género institucionalizada" y sus acusaciones no sólo se centraron en la parcela
económica, sino que lograron poner el foco en temas como el transporte o los
campos de entrenamiento. En España, las jugadoras exigen un convenio
colectivo. No voy a aburrirles con todos los datos de ese convenio, pero sí es
relevante hacer constar que, entre otras cosas, reclaman un salario mínimo
anual de 16.000 €uros brutos. Sí, 16.000 €uros. Brutos. 1.300 €uros brutos al
mes, poco más del salario mínimo interprofesional que son 900 €uros netos al
mes. Para
que comparen, el salario mínimo de un futbolista profesional de Primera
División en España es de 155.000 €uros al año. 77.500 €uros si es de Segunda
División. Pues el convenio colectivo no ha sido aprobado y las jugadoras van a ir a
la huelga los días 16 y 17 de noviembre. Y como era de esperar en cualquier
sector laboral, las mujeres han sido respaldadas en sus reivindicaciones por
sus compañeros masculinos que harán contribuciones económicas hasta poder alcanzar
esos astronómicos 1.300 €uros brutos al mes y que irán también a la huelga en
solidaridad con ellas. Vale, este último párrafo me lo he inventado, pero ¿a
que no les ha sonado absurdo? El fútbol femenino ahora mismo no es rentable,
los patrocinadores no invierten, las audiencias son escasas y todo ello
repercute en la no-generación de recursos. ¿Es una mentira el fútbol femenino a
nivel organizativo? Pues no sé si mentira, pero como no se le apoye tiene pinta
de ser una pompa de jabón al lado de u cactus. Ahora, lo que peor me parece de todo esto es cómo
sus compañeros de trabajo se han puesto de perfil, porque vale que el fútbol
femenino es femenino, pero también es fútbol.
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obligatorio.
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