Dedicado a Leticia Rosino, a Laura Luelmo y a todas las demás.
Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 21 de diciembre de 2018.
21 de
diciembre y las prisas de costumbre. Corre, un-dos, el regalo del amigo
invisible. Corre, un-dos, las compras navideñas, que no se te olvide ningún familiar
aunque el resto del año ni siquiera les hagas una visita o una llamada
telefónica. Corre, un-dos, envía wasaps a todos tus contactos; cuanto más
absurdos mejor. Incluso reenvíaselos a los que ya te los mandaron antes, da lo
mismo. Corre, un-dos, que parezca que tienes prisa y estás muy ocupado, no vaya
a verte ocioso algún conocido y sospeche que el espíritu navideño no te ha
invadido y eres un “rarito de esos”, un antiespañol que no participa de
nuestras tradiciones más arraigadas. Tú corre, con ritmo, un-dos, un-dos. Corre también por los que no pueden hacerlo. Corre por los que no sólo no llegan
a fin de mes, sino que apenas pueden hacer una mierda de comida al día, por los
que no tienen familia ni amigos, por los que están solos. Y corre,
literalmente, por los que no lo pueden hacer ya. Mejor dicho, por las que no lo
pueden hacer ya. Corre por las que quieren ser libres de salir a correr
a la hora que sea, a viajar solas, a volver a casa solas en cualquier momento
del día sin temor, sin ir apretando las llaves con fuerza, sin llevar el móvil
preparado para realizar una llamada, sin ir mirando por el rabillo del ojo.
Corre por las que caminan con miedo, y por las que graban a hierro y fuego en
sus hijas ese miedo como respuesta a la supervivencia. Corre, educa a tu hijo
diciéndole que sus compañeras del colegio son iguales que él, que tienen sus
mismos derechos, que pueden ser árbitros de fútbol, o abogadas o lo que les dé
la gana ser, igual que él. Corre, que tu hijo aprenda pronto esa lección de
respeto e igualdad, porque lo que no aprenda de pequeño va a ser difícil que se
le inculque de mayor. Corre, dalo todo, entrégate. Y cuando creas que no puedes
más piensa en Leticia, en Laura, en todas, y saca fuerzas de flaqueza para
correr y enfrentarte al machista, al intransigente, a los comportamientos
intolerables, al imbécil de turno. Yo corro por Valorio entre la niebla, casi
cuando anochece, y sólo tengo miedo a que me fallen las fuerzas, no a no poder
llegar vivo a mi casa. Corre para que la violencia contra las mujeres no sea un
elemento estructural de la sociedad. Y hazlo rápido.
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