Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 26 de octubre de 2018.
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Pero
aclárame, ¿por qué es de palo?
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Los dichos
populares recurren a las metáforas, es una manera de expresar…
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Pero vamos a
ver, un herrero podría hacerse un cuchillo de hierro si le diera la gana. No lo
entiendo.
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Ya te he
dicho que es un refrán, un dicho popular, no le des más vueltas.
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O también
podría hacerlo de acero, ya puestos… Pero de madera, ¿qué mierda de herrero se
pone a hacer un cuchillo de madera?
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¡Qué es una
metáfora! ¿Qué no entendiste de que se trata de una metáfora?
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Además, ¿para
qué sirve un cuchillo de madera? No tiene sentido, y menos si eres herrero,
claro.
Desesperado,
y haciendo un gesto con el brazo hacia el aire, apretó el paso y dejó atrás a
su interlocutor. Era obvio que no era capaz de hacerle entender que un mecánico
no debería tener estropeado su coche, que los dientes de un odontólogo deberían
estar perfectos; cosas elementales, tan axiomáticas que no requerían
explicación. Si no lo entiendes, es que no estás a la altura. El tipo llegó a
su lugar de trabajo con la mandíbula apretada y todavía dándole vueltas a la
absurda conversación que había mantenido unos minutos antes. Tenía una reunión
importante, ostentaba un cargo de responsabilidad de un territorio deprimido,
con baja población y una constante vía de agua de habitantes que la abandonaban
en busca de una vida, si no mejor, sí de una vida. Había tratado durante años de
asentar proyectos industriales en la zona para así cerrar la sangría
emigratoria y fijar el asentamiento de nueva población, pero todos los intentos
habían sido en vano. Y ahora, por si fuera poco, la mínima esperanza de
desarrollar el casi último vestigio empresarial del lugar, se había ido al
traste. La cooperativa láctea había decidido expandirse fuera del municipio.
Cerca, sí, pero fuera del municipio. Comunicó con pocas palabras y sin mayores
explicaciones la decisión “de los de la leche” y salió a la calle a dar un
paseo y tranquilizarse. Lo que menos le apetecía era encontrarse con nadie,
pero para su desgracia se topó de bruces con su interlocutor matutino. Lo usó
como desahogo y le contó las malas nuevas: “ya ves, a perro flaco todo son
pulgas”, concluyó.
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Pero las
pulgas, preferirán un perro sano y orondo a uno famélico ¿no?
Y nuestro
protagonista, cogió del brazo a su interlocutor y le dijo: “acompáñame a dar un
paseo por el puente nuevo. Y nunca más se supo de ellos. Ni de la cooperativa
láctea.
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