Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el viernes 28 de marzo de 2025.
Sabemos que el agua es un elemento esencial para la vida en nuestro planeta, para el desarrollo de las actividades humanas, el mantenimiento de los ecosistemas, etc, etc. Ahora bien, también sabemos que nuestra relación con el agua va mucho más allá de la cosa biológica y científica, y que diferentes religiones la han adoptado como símbolo. Así, los budistas tratan de ser como el agua para integrarse con la naturaleza (igual de aquí sacó Bruce Lee lo de “be water my friend”), para los hinduistas el agua es la sustancia primordial de la que nacen todas las formas, para los judeo cristianos la voz “agua” aparece 582 veces en el Antiguo Testamento y es usada tanto para describir la creación, como la destrucción, la purificación, la regeneración y el amor. El agua acompaña al espíritu divino y a su relación con los hombres en todas las etapas de la larga historia bíblica, ya saben: “todo el que beba del agua que yo le dé nunca volverá a tener sed” y cosas así. También su movimiento ha inspirado a la danza, a la pintura y al arte en general, pero en el último mes el sentimiento popular es que nos hemos saturado de agua. Dejen de lado las desgracias personales y materiales ocurridas no tanto por el agua sino más bien por la negligencia humana y céntrense en el líquido elemento como tal. Toda esta lluvia nos ha afectado en el ánimo, a cada uno de una manera, y ha dejado unas buenas reservas para cuando llegue el tórrido verano con sus temperaturas inhumanas y podamos disponer de agua sin restricción alguna. Para ir terminando, vamos con tres reflexiones: la primera, recuerden que el agua, la salada, lo cura todo. Las lágrimas, el sudor y el agua del mar son el mejor alivio para los males del cuerpo y del alma. La segunda; que si han acabado de marzo y sus lluvias hartos, recuerden el dicho y que en breve estamos en abril, donde al parecer, aguas mil. Y la tercera, que visto el panorama social conviene traer al día de hoy la estrofa de la canción de Pablo Guerrero “tiene que llover a cántaros”.
Y por hoy, ya
estaría.
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