Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 20 de diciembre de 2024.
Hoy voy a empezar esto contándoles
una intrahistoria, una con poca chicha pero que ha motivado el contenido de
este artículo. La semana pasada el director de este periódico me dijo que tenía
que escribirle algo para la hornada del día 20 de diciembre y según sus
palabras textuales “que le hiciera de Grinch”. Ya sé que está feo revelar conversaciones
privadas, pero de vez en cuando conviene aclarar cómo se generan según y qué
cosas y de ahí la “traición” que cometo con D. Enrique Onís Fernández la cual
espero que me perdone. Y la verdad es que este viernes, anhelado como casi
todos por el mero hecho de ser viernes, en este caso es la puerta de entrada al
periodo navideño en propiedad, no esa especie de antesala que comienza cada vez
más pronto y que hace que cuando llega el verdadero meollo casi nos de hasta
pereza y sólo deseamos que pase lo mejor y más rápido posible. Y aquí ya nos metemos
en materia y les cuento que da igual si a ustedes les gusta la navidad o no,
porque esta va a pasar por encima de ustedes de una manera u otra. En
cualquiera de los casos, yo les pido que no sean turras, quiero decir; si son
fanáticos del periodo navideño disfrútenlo como les venga en gana e incluso
intenten sumar a sus filas a aquellos que sean más reacios pero sin ser cansinos,
que por lo que sea no todo el mundo es fan de la paz o del amor. Y si ustedes
detestan o sencillamente no gustan de la ficción social de las navidades no
sean vinagres y traten de vadearlo lo mejor posible sin amargar la existencia a
aquellos que les rodean. A los primeros también les pediría que trataran de
extender sus buenos propósitos durante todo el año, no se vuelvan ustedes los
cabrones de siempre a partir del seis de enero por la tarde, y a los segundos
les sugeriría que se quitaran la cara de ajo aprovechando la gastronomía del
momento e hinchen sus carrillos de las viandas propias de esta época. Y a todos
pediría, por favor, que ya que les he sugerido que no sean turras con la cosa
navideña o antinavideña, no sean turras el resto del año tampoco, que ya
sabemos que son ustedes todólogos y conocen de primera mano, y son expertos, de
cualquier asunto de la vida cotidiana. Para finalizar, no podían faltar mis
mejores deseos para todos ustedes tanto ahora, que es navidad, como para el
resto del año que viene. Y ánimo, que también será necesario cuando las fuerzas
flaqueen.
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Mis disculpas por la confusión anterior. Aquí va mi intento de comentar con una visión grinch:
ResponderEliminarAh, la Navidad... esa época del año que transforma a todos en unos seres embelesados por luces parpadeantes y villancicos interminables. El editor, en su infinita sabiduría, me ha pedido que canalice mi lado más gruñón. Así que, aquí estamos, enfrentándonos al caos navideño.
Me resulta inevitable preguntarme: ¿por qué tantos se vuelven locos con esta ficción social? Comprar regalos inútiles, fingir sonrisas en reuniones familiares y soportar la repetición incansable de Mariah Carey. Para algunos, es la temporada de la buena voluntad; para mí, es la temporada del fingimiento en masa.
El consejo es sencillo, aunque probablemente impopular: si eres de los que aman la Navidad, felicidades, pero por favor no intentes evangelizar a los demás con tu entusiasmo excesivo. Y si eres de los que detestan esta época, mantén la calma, soporta el momento y recuerda que todo esto también pasará.
Y a todos, un recordatorio amable: no se conviertan en insoportables ni ahora ni el resto del año. La vida es suficientemente complicada sin que tengamos que añadirle más drama innecesario. Dicho esto, les deseo, a regañadientes, una feliz Navidad y un año nuevo que, con suerte, no nos vuelva a llenar de promesas vacías.
Nos vemos del otro lado de las fiestas, con más realismo y menos purpurina. 🎄👎