Publicado en La Galerna el 29 de julio de 2020.
No, no
voy a escribirles sobre George Clooney ni sobre Britt Robertson, los
protagonistas de la película de 2015 “Tomorrowland”, pero sí sobre el propio
Tomorrowland, el mundo del mañana, un lugar enigmático ubicado en alguna parte
del tiempo y el espacio. Viajemos, no sé, por ejemplo al año 2014. En aquellos
días ya se barajaba con diferentes maquetas, proyectos y mucho boca a boca
(boca a oreja debería decirse) que el Madrid estaba metido en un ideal
faraónico para renovar su campo. El presidente era Florentino Pérez. Se nos
decía que, dadas las dimensiones de la obra y el empeño de “reciclar” el
Santiago Bernabéu en su actual emplazamiento en vez de construir un campo en
los terrenos de Valdebebas, no habría administración que lo permitiera ni,
llegado el caso, dinero que lo pagara. Sería la obra de un loco megalómano que
arruinaría al club. Más o menos lo que se vino a decir de D. Santiago cuando en
los años cuarenta del pasado siglo le dio por hacer un campo de fútbol en mitad
de la nada para más de 100.000 personas. Los visionarios son así,
incomprendidos a los que el tiempo les acaba dando la razón pero sometidos a críticas
feroces en su época. Recuerdo una rueda de prensa en la que un periodista le
preguntó al Sr. Pérez sobre las cifras de la renovación del Bernabéu y este le
vino a decir, con una sonrisa, que de los números no se preocupara, que si de
algo sabía él era de eso. Hoy, el Bernabéu es un solar. Bueno, un solar-solar
no, pero da pena verlo. Es mejor mirar hacia otro lado y lanzar la vista al
verano de 2022, donde el reciclado de un edificio preexistente habrá dado a luz
un nuevo Santiago Bernabéu fundamentado en un proyecto sostenible. Porque de
eso se trata, de la sostenibilidad, no ya entendida como un concepto ecológico,
que también, sino como una propuesta económica que se pueda mantener en el
largo plazo sin agotar sus recursos. Y el plan del Real Madrid, comandado por
Florentino Pérez, así lo parece. De las acusaciones de despilfarros galácticos
en los Figo, Zidane, etc, el Presidente siempre habló de inversión, a un verano en el que ya ha manifestado que será inviable acometer grandes fichajes, mientras las grúas
y las excavadoras van quitando por aquí y poniendo por allá en mitad de La
Castellana. Debemos confiar en él, que cogió a un Real Madrid raquítico en lo
económico, encaminado a convertirse en una sociedad anónima deportiva y nos ha
traído hasta aquí. Y mientras, en la otra orilla, el barco parece zozobrar. Y
digo con prudencia “parece” por los signos externos que nos llegan.
El proyecto de transformación de las instalaciones del
FC Barcelona en el barrio de Les Corts, el llamado “Espai Barça”, parece
dejado de lado y con ello los ingresos que se preveían con los servicios que el
nuevo campo iba a proporcionar. Se trocan jugadores a los que se les da un
valor económico muy alejado del real sólo con la intención de poder cuadrar
balances, salvar el “fair play” financiero, y sin ninguna motivación o causa deportiva.
Su plantilla no ha rendido tras el confinamiento (queda la bala de la Champions
League, que tantas veces nos salvó a nosotros) pero todo da la impresión de que
se vive día a día y a golpe de improvisación y de Messi. Messi, el 20% de la
masa salarial del Barça, solución y problema a la vez para renovar una plantilla
corta y envejecida. Hace años que el destino de los clubes de fútbol dejó de
ser sólo cuestión de que la pelota entrara o no, y mientras que aquí parece que
hay un plan maestro de futuro, allí el plan es Messi. Y por muy grande que sea
Messi, sus 33 años y sus dudas hacen que el proyecto de allí de la impresión de
caminar hacia una tormenta perfecta.
Puedes seguirme en twitter en
@cuadrablanco. No es obligatorio.
Que sabio eres, maricon
ResponderEliminar