Acabamos de terminar la Semana Santa, entregados como hemos estado a diferentes fervores, ya fueran estos religiosos, sociales, gastronómicos o todos a la vez, y nos encontramos de repente con la jornada electoral del domingo. Y esto sí que es una encrucijada de verdad, dado que aquí no se puede coger un poco de esto y un poco de lo otro para construir el voto que deseemos. Aquí sólo podemos elegir un “fervor” y encomendarnos a él durante cuatro años. La cosa está complicada, porque si bien hace unos años si uno era de derechas ya sabía qué hacer, y si era de izquierdas lo mismo, ahora dentro de ambas opciones clásicas se nos abren otras subopciones, como si esto fuera una matrioshka ideológica que no se acaba nunca. ¿Qué hacer? ¿A quién votar? Ni siquiera podemos acogernos a lo que se hacía en la película “El gran despilfarro” y elegir “A ninguno de los anteriores”, partido político de igual nombre el cual, aprovechando el hastío de la gente hacia las formaciones de toda la vida, todas ellas con las manos sucias por mil y una corrupciones, tocaba la fibra sensible del electorado y conseguía la elección a presidente de los Estados Unidos. Bueno, los más avispados me podrán corregir y decir que sí que hay una opción nueva a la que votar, pero he de puntualizarles que esa fuerza nueva no lo es tanto, que ese partido en el que ustedes están pensando ya estuvo al mando de las operaciones durante casi cuarenta años y bueno… También me podrán decir que se van a quedar en casa y que no van a acercarse a su colegio electoral porque p’a qué, si son todos iguales, y encima llueve y blablablá. Hombre, iguales, iguales no son, que no ha habido más que verlos en los dos debates televisivos de los días pasados y seguro que a usted le hace tilín o el alto, o el de la coleta, o el jovencito, o el que parecía que había tomado demasiado café. Incluso puede que le haga tilín el que no estaba, que para lo de los gustos ya se sabe. Así que, aunque tenga todavía el cuerpo lleno de aceitadas, torrijas, fervor religioso o similar, haga el favor de ir a votar. Tómeselo como un juego; si el Domingo de Resurrección ya sabemos quién sale siempre de la tumba, a ver este 28 de abril quién es el resucitado. O el enterrado.
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