Primavera.


                Publicado en El Día de Zamora el 28 de marzo.


No se dejen llevar por el calendario. El calendario no es más que una sucesión impuesta de fiestas institucionales y de referencias religiosas, así que háganle caso a su instinto. Si optan por seguir mi consejo, obvien que la primavera ha entrado en nuestras vidas el pasado día 20 y déjense llevar. Si ustedes son observadores, se habrán dado cuenta de que la primavera ya ha llegado porque la hija de su vecino, esa niña pizpireta que le saludaba desenvuelta en el descansillo mientras esperaban el ascensor, ha florecido y ahora se ha transformado en un proyecto de mujer que le despierta todos sus instintos. Sí, los bajos también. Sí, sobre todo los bajos. Y con esto constatamos dos aspectos fundamentales: que, en efecto, la primavera ya está aquí y que usted se ha convertido en un viejo verde. No se le ocurra reprocharse esto último, manteniendo las formas y un mínimo de decoro, ser un viejo verde es bonito. 

            Por otro lado, también podemos inferir que la primavera está aquí por los políticos. Sí queridos, por los políticos. Y se lo aclaro. Cuando ustedes introdujeron, inocentes, aquel voto en la urna, estaban sembrando un plantón con la esperanza de que arraigara y floreciera robusto y hermoso. ¡Qué cándidos me resultan a veces! Podrán constatar que, en vez del resultado esperado, por cada diputado, senador o concejal electo no ha brotado un soberbio ejemplar acorde a las promesas realizadas, sino más bien un capullo deforme, una perversa versión del original que se nos anunció. Y lo peor de todo es que ahora no hay manera de arrancarlo, porque está enraizado de tal modo al cargo que cualquier intento por sacarlo de ahí es vano, y habría que recurrir a medidas excepcionales como el envenenamiento, la tala, o el fuego, pero seguro que hay alguna ley ridícula que nos impide realizar tales actos aunque sea por el bien común. 

            Ya ven amigos, la primavera se nos muestra por sí sola sin la necesidad de que ningún calendario nos venga a decir si ha llegado o no. Que de todas maneras, con los días que se nos están quedando, uno no sabe ya si vive en el invierno perpetuo. Lo único que les puedo garantizar es que la vecina pizpireta ha brotado. Y bien.


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