Ave, Alta Velocidad Española.


           
               Publicado en El Día de Zamora el 21 de febrero.

          Y así, al viejo modo romano, tal y cómo hacían los gladiadores frente al emperador antes de enfrentarse en mortal combate, saludo yo la llegada del tren de alta velocidad a Zamora. Como les cuento. El pasado martes, las traviesas del AVE de doble vía llegaron a Zamora. Y al enterarme de la noticia, por lo espectacular de la misma, cogí el coche y me planté con él en los límites de nuestro término municipal. Pero claro, todo resultó muy decepcionante. Yo me esperaba unas cajas de cartón descomunales, con un rótulo amarillo que pusiera IBERTREN, y a unos gigantes abriendo esas cajas y sacando traviesas y vías para montarlas una tras otra hasta llegar a la estación de tren de Zamora. Y después, esos mismos gigantes, sacarían de otra caja similar un tren de alta velocidad, nuevo y brillante, y lo pondrían sobre las vías recién instaladas, accionarían un enorme dispositivo rojo, y el mítico AVE comenzaría a circular a unos 350 kilómetros por hora rumbo a Galicia, pasando, literalmente, por nuestra preciosa estación, engalanada para el acontecimiento al modo de Villar del Río en la película “Bienvenido Mister Marshall”. Pero no, la realidad, decepcionante como casi siempre, era eso, real. Y por tanto, mucho más aburrida que, a mi entender obvia, hipótesis de los gigantes. Allí había unos seres vestidos de amarillo, más bien bajitos, poniendo unas traviesas de hormigón. Pero del tren, ni el pitido. Ni su sombra. Ni vías había para poner la oreja sobre ellas al modo de los indios en las películas del oeste americano. Nada. Decepcionado, volví al coche pensando en cómo iba a contarles a ustedes la realidad del acontecimiento, cuando en mi imaginación tenía un precioso artículo habitado por gigantes y trenes que volaban. Pero no amigos, como suele pasar en Zamora, y por lo general en la vida, mi ficción superaba a la realidad. Siento volver a ser heraldo de infortunios, pero al parecer, hasta abril de 2015 nada de AVE. Para entonces, le daremos la bienvenida reinterpretando a los gladiadores con un “Ave AVE, los que murieron esperándote, no pueden saludarte”. Por cierto, las siguientes elecciones municipales también son en 2015. ¿Casualidad? Medítenlo.

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