No
se dejen llevar por la primera impresión que pueda darles el título
de este texto, es una mera estrategia para captar su atención, una
estrategia poco original, cierto, pero al fin y al cabo el sexo vende
y aquí estamos para que ustedes me lean y se entretengan con el
contenido de lo que yo les escribo, cosa que, a decir verdad, tampoco
es que me importe mucho. La idea de este artículo fue concebida
alrededor de la clásica mesa de juntas donde se reúne el director
de contenidos de este magazine con los miembros de la infantería,
que somos los que aporreamos el teclado. Tras repartir las materias
entre mis compañeros, materias interesantes y atractivas como podrán
leer ustedes en los diferentes enlaces que me rodean, llegó mi
turno, y el director -un moderno veinteañero con aspecto de
hipster, cosa que no sé qué significa pero que a él le mola que se
lo digan porque sonríe y se le ponen los ojillos así como achinados
y le engordan los mofletes, que más bien parece un puto hámster que
un hipster de esos-, pues eso, que el hamster me espetó, y tú como
eres el friki del grupo escribe algo sobre ciencia ficción. Para
esto tiene uno una licenciatura, un máster, innumerables cursos y
habla tres idiomas, para acabar siendo el friki de la redacción.
Sobre ciencia ficción… La wikipedia define, más o menos, a la
ciencia ficción como un género
especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un
marco puramente imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta
narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y
sociales. ¿Y qué asunto es
el que más se adapta a tal definición? Pues en efecto, follar. Así
que al final este artículo sí va a tratar de sexo, amigos, que ya
les estoy viendo con esa sonrisilla tonta que se nos pone en la cara
cuando sale el tema en alguna conversación. Lo primero que cabe
destacar, tras un esforzado trabajo de investigación, es que esta es
una práctica que sólo se encuentra en los libros o en el cine, pero
ha desaparecido de la vida real. Entre los hombres, unos recuerdan
que sí, que en algún momento lo ejercieron, pero lo evocan como
algo vago, como un concepto que ya les resulta ajeno y en realidad no
llegan a discernir si lo soñaron o en realidad sucedió. Luego hay
otros que en voz baja te susurran que sí lo practican, pero de un
modo rápido o rutinario, incorporado como una tarea más del hogar,
como quien pone una lavadora o se lava los dientes. Hay un tercer
sector que te lo cuenta a voces, y hacen chanzas al respecto del
tipo, sí, como yo soy partidario de la igualdad entre hombres y
mujeres, aquí que cada uno se gestione sus propios orgasmos, yo ya
me he corrido guapa, pues hala, búscate la vida, y después de eso
se ríen muy fuerte y me dan sonoras palmadas en la espalda. Quise
entrevistarme con la élite vaticana, pero está reunida bajo llave y
ni siquiera me cogieron el teléfono, y los curas de a pie, al sacar
el tema, me rociaron con agua bendita mientras soltaban peroratas en
latín.
Para
resumir, los hombres se quejan de que las tías son unas estrechas,
que en realidad lo que quieren es que les demos amor y que las
abracemos tras el ritual de apareamiento, que no se lo tragan y que
nada más mencionarles el sexo anal, huyen despavoridas. Como verán,
tópicos y tópicos que se repiten desde la noche de los tiempos
hasta ahora y que nadie se ha molestado en derribar.
¿Y
las mujeres? Es un tema delicado para acercarme a ellas y
planteárselo. La primera impresión que saqué es que los tíos
somos unos pesados y que sólo pensamos en eso, y que en cuanto nos
sonríen, nos invitan a un café o son un poco cordiales ya damos por
hecho que vamos a conquistar sus vaginas cual Hernán Cortés
conquistó México. También nos recriminan que todos presumimos de
ser grandes amantes con unos miembros viriles desmedidos y que cari,
a ti no te habrán follado bien en tu vida hasta que no lo hagas
conmigo, y luego nada. Muchas también confiesan, al igual que un
gran sector de hombres, que no recuerdan ya ni de qué les estoy
hablando, que digo yo que si juntáramos a este sector femenino con
el respectivo masculino alguna solución consensuada podríamos
encontrar ¿no? Pero esto es España, y aquí somos de quejarnos pero
no de buscar soluciones a nada. También están las que te dicen que
claro, que a ellas este o aquel no les hace ni caso, y cuando les
puntualizo que estamos hablando de follar y no de encontrar al amor
de su vida, me miran cual pervertido en gabardina a la salida de un
colegio de monjas. Y hablando de monjas, a estas también me dirigí,
y me dieron con la puerta en las narices mientras se persignaban y
miraban de reojo al cura que antes les cité, el que me arrojaba agua
bendita mientras soltaba latinajos.
Sí
he de destacar que las mujeres se quejan mucho de la falta de
imaginación de los hombres. La falta de imaginación, me quedé
pensativo. ¿Ves?, me dijo una, cuando sale el tema de la falta de
imaginación nunca sabéis qué decir más allá de montar un trío o
de querer meternos cosas por el culo. Pero claro, cuando profundizo
en el asunto, tampoco ellas saben aclararme a qué se refieren con lo
de la falta de imaginación. Y cómo no, aquí también tenemos el
tópico de que una tía que se folla a no sé cuántos es una zorra
pero un tío que hace lo mismo es un campeón, cosa que suena muy
machista pero que entre las propias mujeres también se dice.
Según
Harris Interactive, encargada de realizar el Informe
Durex sobre bienestar sexual en 2012, un 72% de los españoles considera que tener una buena vida
sexual mejora el estado de ánimo, el 61% manifiesta que les relaja,
el 40% se siente más atractivo e incluso un 33% dice ser más
agradable con los demás. Pese a que yo aquí no veo más que
ventajas, no ya a nivel individual sino a nivel global, en España la
mayoría solo folla de boquilla, y no, no me estoy refiriendo a sexo
oral, sino a que si lo hablas con ellas lo están deseando, pero al
final no, por una serie de excusas vagas y poco comprensibles, y
ellos también, pero dejando de lado el componente erótico y yendo
de lleno solo al mero plano sexual. Ven, al final mi artículo sí ha
versado sobre la ciencia ficción, porque
no hay nada más especulativo, ni
que nos haga relatar acontecimientos posibles desarrollados en un
marco puramente imaginario y cuya verosimilitud se fundamente
narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y
sociales, que follar.
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