Si ustedes realizan un pequeño estudio estadístico, una de esas tardes en las que no tengan nada mejor que hacer, y preguntan en la calle por croatas, la mayoría de la gente les dirá que Drazen Petrovic, alguno que Zvonimir Boban, los errados que Predrag Mijatovic, pero muy pocos les dirán Nikola Tesla.
Tesla nació en Smiljan, antiguo Imperio Austrohúngaro y actual Croacia el 10 de julio de 1856 y para que se hagan una idea de su importancia, esperen a que anochezca y pulsen el interruptor de cualquier habitación de su casa. Ese fenómeno casi automático que sucede después y que ilumina la estancia se debe a este señor y a su corriente alterna. No, no, no me vengan ahora con que fue Edison el que consiguió semejante hazaña, que ya entraremos más adelante en esto. De momento, vamos a observar al pequeño Tesla en su localidad natal. Y lo que nos encontramos es a un niño enfermizo, con una inteligencia superior no ya a la de sus compañeros, sino a la de sus propios profesores, poseedor de una memoria prodigiosa y lector voraz, que le hizo ya desde ese momento un ser solitario que vagaba por los campos de los alrededores de su pueblo ensimismado en sus pensamientos. Otra cualidad que atesoraba era la de poseer un alto don de persuasión, hasta tal punto que, enfermo de cólera, infección que por aquella época era mortal, logró de su padre la promesa de permitirle estudiar ingeniería si sobrevivía. Y no solo sobrevivió y se fue a Austria a estudiar ingeniería, sino que terminó tales estudios en un año menos de lo necesario para obtener la titulación.
Con semejante currículo, Tesla viaja a París para ponerse a trabajar en la Continental Edison Company, una de las compañías de Tomas Alva Edison, realizando mejoras para los motores de corriente continua, en los cuales observó lo que a su parecer eran notables deficiencias, lo cual le empujó a rediseñarlos en su pequeño taller y obteniendo así un prototipo de motor eléctrico pero de corriente continua. Y es en este punto donde se produce un hecho que marcaría toda la existencia de Tesla. Tras buscar apoyo económico de manera infructuosa para comercializar su prototipo, se puso en contacto con Charles Batchelor, socio europeo de Tomas Alva Edison, lo que le proporcionó la posibilidad de viajar a Estados Unidos para ponerse a las órdenes del propio Edison. Era junio de 1884, Tesla tenía 28 años. Edison trató en todo momento de desalentarlo en su empeño de usar la corriente alterna e incluso le negó la posibilidad de que esta tuviera algún uso doméstico. Por el contrario, le prometió la, para la época, astronómica suma de 50.000 dólares si era capaz de rediseñar y optimizar sus motores y generadores de corriente continua. Pueden hacerse a la idea de lo que sucedió, pero Edison, en vez de cumplir con su palabra, le vino a decir que todo había sido una broma, lo cual enfureció a Tesla, abandonó la compañía y se puso a trabajar cavando zanjas, pero no cejó en su empeño de obtener financiación para llevar a cabo su sueño, y así, consigue fundar la "Tesla Electric Company" y empezar la llamada “Guerra de las corrientes”, de la que Tesla resultó vencedor debido a la eficacia de su modelo. Y de aquí, su alianza con George Westinghouse y la concesión por parte de la Comisión de las cataratas del Niagara de un contrato para construir una planta generadora en las cataratas, la cual sería alimentada por los motores que Tesla diseñó.
Y tras este éxito y las ganancias económicas obtenidas, comienza la leyenda. Tesla se centra en la investigación, demuestra por primera vez la transmisión de energía eléctrica sin cables, y por consiguiente, la posibilidad de la comunicación inalámbrica, pero si ustedes consultan cualquier enciclopedia, aparecerá Guglielmo Marconi como el inventor de la radio, cuando fue él el que realizó dos años antes que el italiano la primera transmisión de energía electromagnética sin cables con su prototipo de radiotransmisor. Y todo así. Tesla, de ruina económica en ruina económica, concibe los tubos fluorescentes, el control remoto, los rudimentos del radar, un diseño de aeronaves de despegue y aterrizaje vertical, y entre sus visionarias frases cito la siguiente: “Cualquier persona, en mar o en tierra, con un aparato sencillo y barato que cabe en un bolsillo, podría recibir noticias de cualquier parte del mundo o mensajes particulares destinados solo al portador; la Tierra se asemejaría a un inconmensurable cerebro, capaz de emitir una respuesta desde cualquier punto”. Si nos ponemos estupendos, prevé el advenimiento de cosas como el email, o rizando el rizo, hasta del WhatsApp. Pero lo que más atrae de Tesla es su lado oscuro, su secretismo, su carácter antisocial y huraño, el hecho de que no permitiera la entrada de visitas o periodistas a sus laboratorios, que a su muerte el FBI requisara todos sus libros, apuntes, prototipos e inventos para crear el “Informe Tesla” porque pensaban que había vendido sus patentes a los rusos, algunas de ellas con el delicado nombre de “rayo de la muerte”. Incluso tuvo devaneos con los nazis, al considerar que la eugenesia practicada por estos se quedaba corta.
Y para concluir, su vinculación con el incidente de Tunguska, relacionado con la Torre Wardenclyffe que Tesla pretendía usar para transmitir señales y energía, y donde una explosión con una energía de unas 2.000 veces la de la bomba atómica de Hiroshima arrasó esta región de Siberia. Tesla muere en Nueva York en 1943, el visionario de la robótica, la informática o las armas teledirigidas, el hombre al que le robaron la luz, el primer geek.
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