El norte.

Publicado en El día de Zamora el 18 de enero

El otro día por cuestiones laborales tuve que viajar hacia el norte. Iba a haber ido en mi cama, cuyas propiedades volantes ya conocen ustedes, pero no me pareció apropiado, ya que, aunque les sorprenda, lo que en nuestra ciudad es normal en otros lugares lo ven como una excentricidad. Así que fui en coche, como si fuera una persona corriente. Y llegué tan al norte que me topé con el mar. El problema que tiene el norte es que, como casi todo, es relativo. El norte está en el norte salvo que vivas al norte del norte, en cuyo caso está en el sur. Esta perogrullada fue lo que me hizo continuar más hacia el norte del norte en mi coche, que si bien las camas volantes están mal vistas, lo de los coches acuáticos se tolera mejor por ahí. De manera que seguí y seguí hasta que alcancé una cosa que los geógrafos llaman Polo Norte, y les garantizo que después de eso ya todo es sur porque no hay nada más arriba. Problema para aparcar no tuve, pero he de confesarles que según me bajé del coche noté una sensación de ansiedad, de desamparo, de desubicación, hasta que caí en la cuenta de que había perdido el norte. Ante la ausencia de este punto cardinal me había quedado sin rumbo, un náufrago polar al que ya sólo le quedaba el recurso de ir todo cuesta abajo y a saber en qué momento iba a poder parar. Saqué una brújula del bolsillo y tampoco me ayudó mucho, dado que apuntaba donde le daba la gana, como queriéndome decir, toma tú tus propias decisiones, que yo ya me he cansado de marcártelas, no querías llegar al norte ese que tanto perseguías, pues aquí estamos, objetivo desbloqueado. Presa de la desolación, me senté sobre el capó del coche y les vi a todos ustedes debajo de mí, desarrollando sus tareas habituales, todos tan al sur, y yo, que había seguido todas las reglas sociales y nunca había perdido el norte, ahora estaba rodeado de frío. Me volví a montar en el coche, quité el freno de mano y en punto muerto comencé a deslizarme hacia el sur, tan cálido, tan irreverente, tan injuriado. A veces es bueno perder el norte para reencontrarlo, el norte es el que manda, pero ya nos decía Serrat que aquí abajo, aprovechando el sol y los eclipses, el sur también existe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario