Todos muertos

Publicado en El día de Zamora el 26 de octubre de 2012.

El otro día salí a la calle y me encontré con que todos estaban muertos. Yo incluido, no se crean que iba a ser el superviviente de la raza humana tras un apocalipsis zombi o algo así, que pobre humanidad si soy yo el ejemplar elegido para perpetuarla -suponiendo que hubiera hembra humana con la que perpetuarse- o bien para representarla como el último que se quedó aquí para poder apagar la luz al final del final. Pues eso, que en la calle todos muertos. Dada la situación en la que me encontraba, dejé de lado mi sociopatía y le pregunté a una señora muerta con la que me crucé. ¿Qué cómo hemos llegado a esta situación? Muy sencillo. Primero nos quedamos sin actividad cardíaca, dejamos de sentir, de tener empatía con nuestro entorno, con nuestros iguales o similares, y eso provocó que nos quedáramos sin pulso. Pero dados los avances de la ciencia, quedarse sin pulso ya no es suficiente para morirse, así que poco después dejamos de respirar. El ambiente estaba tan saturado, tan fétido, tan hediondo que fue mejor suspender la función respiratoria. La ciencia médica, de nuevo, vino a decirnos que dejar de respirar tampoco era bastante para morirse. Como ya no sabíamos qué hacer, un comité de sabios se reunió para averiguar qué se necesitaba para poder morirnos y que nos dejaran descansar en paz, tal y como rezan las lápidas más clásicas. A ellos tampoco no se les ocurrió nada, así que todos los demás dejamos de pensar, redujimos la energía destinada a la reflexión para focalizarla en criticar, denostar, calumniar y demás sinónimos, y todo ello sin antes meditar por qué lo hacíamos. Así, la ausencia de pensamiento nos llevó a la muerte cerebral y ahí sí, los científicos, los médicos y hasta los jueces ya nos dieron por muertos. Pero nuestro deseo real, que era el de descansar en paz, no se logró. La burocracia nos cambió el DNI de siempre por un certificado de defunción. La Agencia Tributaria inventó nuevos impuestos, las Haciendas Locales recalificaron como suelo urbano las parcelas destinadas a las lápidas e igual hicieron con los nichos, que ahora son los nuevos adosados. Así que ya ve, ahora estamos muertos. Muertos en vida.

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