Normalidad

Publicado en El día de Zamora el 5 de octubre de 2012.

El otro día, al levantarme, me encontré un euro tirado en mi dormitorio, lo cogí, lo arrojé al aire, y en vez de caer con la aceleración gravitacional de 9,8 m/s2 como todos los cuerpos físicos, se quedó flotando ahí en el vacio de la habitación, con la cara de Su Majestad el Rey desafiando la física de Newton, que para eso es el Jefe del Estado y su figura es inviolable. Al presenciar semejante fenómeno, intuí que el día muy normal no iba a ser. Y así me ven, saliendo a la calle a verlas venir, y ni se imaginan lo que se me vino. Para empezar, mi gimnasio estaba plagado de mujeres atractivas que me sonreían y me daban sus números de teléfono para concertar citas, y también había hombres amables que me saludaban de modo cortés y me ofrecían posibilidades de negocios certeros y lucrativos. Por la calle la gente iba sonriendo, tuve que ir al banco y no hice cola, en la Agencia Tributaria me dieron los buenos días y se disculparon porque habían cometido un error respecto a mis obligaciones fiscales, mis clientes me pagaron todas sus deudas, puse la tele y toda la programación de Tele 5 había desaparecido e incluso Pablo Alborán había dejado la canción y se había hecho monje cartujo con voto de silencio incluido. Con todos estos acontecimientos, podrán imaginarse mi estado de ansiedad, mis nervios al no encontrarme con toda la normalidad que nos rodea día a día, esa que no debería ser tal pero a la que ya nos hemos acostumbrado. A que la gente suela ser desagradable, a que la policía te parta la cara en vez de protegerte, a que los partidos políticos incumplan sus programas electorales porque la realidad que ellos pensaban no era tal, sino otra que les había ocultado, a que los sindicatos… bueno, estos no sé para qué sirven así que los dejaremos de lado, a que donde dije digo ahora ni me molesto en decir Diego, digo Manolo porque se me pone ahí. Al volver a casa me encontré todavía con mi euro flotando en el dormitorio. Si no podemos ni siquiera fiarnos de la ley de la gravedad, denle la bienvenida a lo inestable.

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