El término arte callejero es la traducción de la expresión inglesa street art, y aglutina todo tipo de manifestación artística urbana, desde el grafiti, que doy por hecho que saben lo que es, hasta el parkour, el llamado “arte del desplazamiento”, que consiste en trasladarse de un punto a otro de la manera más eficaz posible, usando solo las habilidades del cuerpo humano. Si nos centramos en la primera de ellas (muchos de ustedes los tendrán por unos manchaparedes con spray), el género ha parido artistas relevantes como Banksy, Shepard Fairey, Blek le Rat, Bloo and Titi, todos ellos con diferentes técnicas pero unidos por un trasfondo ideológico tendente a lo irónico con un llamativo mensaje de subversión que critica a la sociedad y que invita a la lucha social, recurre a la sátira política o, simplemente, nos invita a la reflexión. Y aquí en España, tenemos a un francés. David Vaamonde ha creado “Libre”, un trabajo de arte urbano a base de spray, grafiti, pintura y tiza, sobre obras abandonadas o paralizadas, vamos, lo que viene a ser la metamorfosis de la explosión de la burbuja inmobiliaria en arte. Y por qué “Libre”, pues según el propio Vaamonde, “libre por la técnica a base de spray, rotuladores, pintura acrílica y tiza. Y libre por el sentimiento” La obra está realizada sobre tablas de madera de encofrado recuperadas de las construcciones dejadas a medias de algunos edificios. Se trata de reciclar unas superficies que tenían como misión inicial moldear pilares y plantas de hormigón que se quedaron ahí, los lunes y los martes al sol, como las hormigas que todos los días acudían a darle forma de oficinas, o de palacio de congresos, o de un mero bloque de viviendas más. Las hormigas dejaron de trabajar porque la reina dejó de alimentarles, y con los restos del naufragio este francés ha creado arte, un arte que como él mismo reconoce es muy difícil que acceda a los circuitos clásicos de la cultura, igual que aquellas hormigas originarias, las cuales tienen difícil volver a lo que era cotidiano en su trabajo. Ya ven, Vaamonde se conforma con comunicar a aquellos que vean su obra que esa madera abandonada ha tenido una segunda oportunidad con su trabajo. Justo lo mismo que necesitan todas esas hormigas que ahora pululan por las calles.
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