El otro día, enredado en internet, me encontré con un curioso proyecto del realizador madrileño Pablo Maqueda. La cosa tiene su miga, porque Pablo se dedicó durante el año 2011 a viajar a la caza y captura de instantes rutinarios de mujeres por Madrid, Londres, París, Tokyo y Nueva York. 366 mujeres para 366 días de este 2012 bisiesto. ¿Qué es “All the women”? Pues “All the women” es una adolescente japonesa que espera al tren en una estación de Tokyo mientras realiza algo tan común como cepillarse el pelo, es una chulapa madrileña subiendo las escaleras de la estación de metro de Puerta del Sol, es una ejecutiva con cara de pocos amigos que intenta parar un taxi en hora punta en Nueva York, es una anciana esperando vaya a saber qué en París. Y también es una niña que te saca la lengua mientras paseas por la calle, es esa morena del pelo rizado, es aquella otra de mirada torva, la alta, la del pelo corto, la de los ojos verdes. Son todas las mujeres, todas aquellas que sin ser de Madrid, Londres, París, Tokyo o Nueva York conviven con sus rutinas día a día mientras alguien, porque siempre hay alguien, las mira en silencio a todas apreciándolas en su individualidad. Todas son una nueva mujer en un momento único. Nosotros somos los observadores. El trabajo de Pablo Maqueda, aun pareciéndome muy seductor, nos enfrenta una vez más con la banalidad de nuestro momento tecnológico. Maqueda nos ha acostumbrado a ponernos todos los días delante de una pantalla a ver qué mujer toca y qué hace, cuando lo más lógico sería que aprovecháramos cualquier plaza de cualquier ciudad e hiciéramos lo mismo con las mujeres que nos rodean. Y no pretendo hacer apología del voyeurismo, que tampoco estaría mal, sino pedirles que en vez de encender su ordenador, abran la ventana de su casa y miren a su alrededor. Es probable que nos parezca más glamuroso Ueno Station, o Montmartre, o Manhattan, pero si salen a la calle, podrán ver a la chica que se aparta el pelo con el dorso de la mano, a la que come un helado mientras le escurre entre los dedos, a la que se sienta en un banco de piedra y lee un libro. Todas las mujeres. Y todas en 3D.
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