Todos conocemos a alguno. De la familia, del trabajo, entre los amigos, del gimnasio, los vecinos. Todos conocemos a alguna de esas personas que van de complicadas por la vida. Seres tóxicos, marrulleros, que nos enmarañan la existencia, nos la complican y se la complican a ellos mismos. Estamos rodeados por ellos y no hay manera de evitarlos, así que la cosa será intentar sobrevivirlos. Pero la tarea es difícil, dado que estos seres complicados son narcisistas, ególatras, autoritarios, y que con facilidad se hacen las víctimas. Tienden a monopolizar las conversaciones, las relaciones, son el ombligo del mundo y cuando el ombligo se desplaza del centro, se marchitan. Viven y se alimentan de la luz del foco que les alumbra, y al menor atisbo de sombra, se ajan. Según Bernardo Stamateas, psicólogo y autor del libro “Gente Tóxica”, “La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llena de frustraciones”. Stamateas asegura que se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestras vidas, primero, identificándolas, y segundo, reforzando la autoestima y adquiriendo estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, aconseja alejarse de esas personas o ambientes para evitar convertirnos en uno de ellos. Porque si, resulta que estos seres, además de pretender manipularnos según su conveniencia, pueden llegar a provocar que nos convirtamos en uno de ellos, vamos, que desde los zombies de “The Walking Dead” no he visto una plaga más contagiosa que estos tipos. Ahora bien, frente al Sr. Stamateas tenemos al también psicólogo Juan Cruz, que nos dice que el problema no es tan sencillo, que no existen personas tóxicas sino situaciones tóxicas. Toma ya, el hombre es bueno y la culpa es del empedrado, Rousseau estaría orgulloso. Cruz se reafirma con el argumento de que en ocasiones son las emociones como el miedo o la angustia las que hacen reaccionar al individuo de manera negativa. La abundancia de información sobre la crisis económica están envenenado a la sociedad y elevando la toxicidad del ambiente. A su juicio, el exceso de estímulos negativos está modificando los estados emocionales de las personas. Ahí tienen, el resumen es que la crisis económica nos está encabronando y hace que la convivencia sea imposible. Y para llegar a esto hemos necesitado recurrir a dos psicólogos de renombre. Cuanta milonga nos rodea.
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