Hace unos días, nuestra líder y guía municipal, en una de sus declaraciones urbi et orbi, nos vino a decir que en tiempos de crisis hay que apostar por la imaginación. Y no vean la alegría que me llevé, porque si en algo me considero imbatible es en eso de imaginar cosas. Así que me puse manos a la obra, visualicé mi despacho plagado de clientes solventes, de mi cartera brotaban los billetes cual géiser cada vez que me era necesario, mi hipoteca se pagaba sola... Pero como no me tengo por egoísta, también concebí que en mi ciudad había un sustrato empresarial potente, que la gente emigraba porque se le ponía ahí y no por necesidad, que nuestro índice de natalidad se disparaba. ¡Qué frenesí, lideresa! Y espere, que no me detengo. Pude imaginar además dirigentes que no solo impulsaban las tasas e impuestos hasta el infinito y más allá, sino que eran competentes, y que dimitían si se veían sobrepasados por sus responsabilidades, o por sus limitaciones. Lo de la imaginación al poder, alcaldesa, se nos quedó ya en la utopía del 68. Otro mundo es posible regidora, pero no solo pidiendo sacrificios. Usted no podrá cambiarlo, pero puede empezar a intentarlo. Póngase a ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario