Mendigos

Publicado en El día de Zamora el 16 de marzo de 2012.

No sé si ustedes sabrán, y si no ya se lo cuento yo, que el Ayuntamiento de Valladolid ha aprobado dentro de su Ordenanza Antivandalismo la prohibición de la mendicidad. Su alcalde ha admitido ya que la sanción económica será difícil cobrarla, pero que sí se logrará dificultar su presencia en la calle. Si bien el objetivo de la Ordenanza es el de respetar la dignidad de las personas, aunque el Código Penal ya sancione la explotación de estas, el problema práctico que veo yo es el de diferenciar a los que son mendigos de los que no, porque si lo piensan bien, todos mendigamos algo. Unos suplican unas monedas para paliar su hambre, otros clientela para sus negocios, algunos justicia. Los hay que invocan perdón, que ruegan no ser abandonados, que buscan amor correspondido, cariño, un sincero o falso te quiero. Pero hay otros que cada cierto tiempo salen a la calle a manipularnos, a acosarnos, a practicar una mendicidad obscena y a vendernos cual trileros su particular bálsamo de fierabrás para curar todos los males que nos hostigan. Y lo manchan todo con sus voces estridentes, con sus músicas ensordecedoras, con sus cantos de sirena. Pintan nuestras paredes, llenan nuestras calles de papeles con sus rostros, nos abrazan e incluso besan a nuestros hijos. Más o menos cada cuatro años esos mendigos suplican nuestra atención para, una vez conseguido su objetivo, volver a atrincherarse en sus puestos y dirigir a su antojo nuestras vidas sin importarles nuestra dignidad. Así que si lo piensan bien, ojalá la Ordenanza Antivandalismo se aplique y se vuelva contra todos ellos, los mantenga alejados de las calles y de nuestras vidas.

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