Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 1 de marzo de 2024.
Y no, no les
estoy faltando al respeto así de entrada y sin más. Pero si alguno de ustedes
se quiere dar por aludido, no seré yo el que les saque de ese brete. Por
acotar, aunque doy por hecho que todos sabemos de qué estamos hablando, los
imbéciles suelen ser personas engreídas y ególatras, y con
comportamientos sociales, aunque la mayoría de ellos lo ignoren por completo, que
suelen destacar de manera negativa. Son tipos desconsiderados que hacen
miserable la vida de los que les rodean. También conviene aclarar que el ser
imbécil es algo transversal, y así afecta a todos los géneros, razas, credos, edades y clases
sociales por igual. La doctora en psicología Martina M. Cartwright
ha distinguido los cuatro
tipos más comunes de imbéciles que nos podemos encontrar y algunos consejos para poder
identificarlos y apartarlos de nuestro entorno porque, como sentencia la
doctora, “la vida es demasiado corta para tener que hacer frente a un
gilipollas”. Así, tenemos a los egoístas crónicos, narcisistas
desconsiderados con los sentimientos de los demás. Llevan
a rajatabla el yo, mí, me, conmigo y sólo se preocupan por
ellos, son mentirosos y falsos y se caracterizan por ser unos trepas. En segundo
lugar, aparecen los obsesionados por ser el centro de atención, matones e
intimidantes. Los terceros serían los pusilánimes, que viven empeñados en dar pena.
Aparentan ser personas tímidas, introvertidas y muy frágiles para así
ganarse la atención de los demás. Son mentirosos crónicos, tiranos, narcisistas
y egoístas y tienen a la mayoría de las personas engañadas. Son, probablemente,
la gente
menos honesta que conocerás. Y el cuarto grupo de
imbéciles lo compondrían los incompetentes, los vagos a los que le consume la
desidia ante cualquier actividad que no desean hacer y se la tratan de endosar
a cualquiera que pase por su lado. Son tipos que no se comprometen con nada ni
aportan nada. Estos, de niños, eran los que en los trabajos en grupo se aprovechaban
del esfuerzo de los demás para escaquearse y de adultos siguen igual. Por ir
terminando, uno de los rasgos clave
que definen a todas las clases de imbéciles es que no parece importarles que su
comportamiento moleste a los demás. El imbécil no es necesariamente antagónico
con la gente, sino que simplemente no se preocupa por lo que piensen los demás
o por cómo son percibidos, porque al final, son imbéciles.
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