Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 22 de noviembre de 2023.
Por fin, sí, se ha inaugurado en
nuestra ciudad la época de nieblas. Bien es cierto que cuando hablas de esto
con la gente, la mayoría detestan este fenómeno meteorológico, ya sea por
cuestiones físicas, como agravación de reumas y diferentes dolores óseos; anímicas,
dado que hay personas a las que estar entre tinieblas les apaga el alma y las
entristece; prácticas, dado que dificulta la conducción y olvídate de tender la
ropa en la calle, etc. Pero hay un pequeño grupo, de elegidos diría yo, a los
que nos gusta la niebla. Y añadiría, nos gusta pasear cuando hay niebla sobre
las siete de la tarde, cuando ya ha anochecido y la sensación de cobijo y
espectralidad es mayor. Y sí, pertenezco a este último grupo, el grupo de los
que estábamos hartos de temperaturas anormalmente altas, hartos del sol de
justicia o de injusticia, hartos de la luz hasta horas antinaturales. Y los
detractores me dirán que con este tiempo no se puede vivir, que nos bajan los índices
de melatonina y blablablá. Pero miren, ya han tenido ustedes meses y meses para
tostarse al sol, lucir cuerpo, publicar miles de fotos en sus redes sociales y
todas esas tonterías que suelen hacer, pero en ese tiempo que a ustedes les
gusta tanto no ha lugar a tomarse un chocolate con churros, arroparse bajo el
nórdico y los más afortunados, acurrucarse contra cuerpo ajeno. La niebla, y el
frío, nos dan para charlas interminables un domingo por la tarde en el sofá,
para confesarnos, abrirnos, leer lo que tengamos a mano, escuchar música o
escribir mientras se empañan los cristales de la ventana y en la calle vemos el
movimiento de figuras fantasmagóricas. Como ven, todo ventajas con la niebla
entendida como fenómeno meteorológico. Porque también existen las nieblas
mentales, personas que tienen nublado su entendimiento y pretenden reinstaurar
en las mentes de todos los demás, quieran o no, esa oscuridad. Gente hosca por
lo general de la que debe uno apartarse por lo que le pudiera pasar o llegado
el momento, pararles los pies porque su cerrazón es infinita. Pero no me quiero
apartar yo del origen de esta columna que es darles la bienvenida a las nieblas
zamoranas. Que si lo piensan bien, Zamora se oculta en la niebla durante todo
el año, durante muchos años ya. Y no parece que vaya a despejar.
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