Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 29 de abril de 2021.
Cuando
iniciamos el camino de ida, ni siquiera se nos preparó para hacerlo, lo
hicimos del mismo modo que los antiguos exploradores, a ciegas, sin apenas
instrumentos de orientación, avanzando por zonas no cartografiadas. Y ahora, al
parecer, estamos retomando el sendero de vuelta. Lo vamos haciendo a golpe de
vacuna, con el anhelo de alcanzar la llamada por unos “inmunidad de grupo” y
por otros “inmunidad de rebaño”, ya seamos considerados una pluralidad de seres
o una porción de ganado. Pero sin entrar a valorar esas cuestiones terminológicas,
la cuestión es que esa vuelta usted y yo la estamos haciendo también de la
misma manera que hicimos la ida. Descartando las siempre presentes excepciones, y si cree que es una de ellas puede dejar de seguir leyendo, cada
uno de nosotros nos enfrentamos a aquella marcha sin estar adiestrados, solos al principio y desatendidos después. Un viaje extraño por sendas
que, pese a recorrer todos los días, nos eran ignotas. Un trayecto sin movernos
de nuestras casas, transitando por el pasillo de acá para allá, de una
habitación a otra, errando sin desplazarnos salvo apenas unos metros. Pero
había que volver, ya saben la teoría del “eterno retorno”, esa que plantea una repetición
del mundo en donde este se extingue para volver a crearse. Si en la ida
muchos se quedaron en la cuneta, el regreso parece que va a ser igual. Cada uno
lo hará con sus propios medios, los afortunados, privilegiados siempre hubo, apenas
se mancharán de polvo los zapatos mientras que a otros se les despellejarán los
pies por el sendero, se les deshilachará el espíritu, o, simplemente, no
llegarán. Se preguntaba Frodo Bolsón al final de “El Retorno del Rey”: ¿Cómo
se retoma el hilo de toda una vida?¿Cómo seguir adelante cuando en tu corazón
empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no
puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz?”. Les confieso
que no tengo respuesta a tales preguntas, que si ni siquiera puedo orientarles
en el viaje de vuelta, mucho menos soy capaz de augurar cómo seguirá nuestra
vida, la de cada uno, una vez la marcha haya concluido. Quizá sí pueda aventurarme
a decirles que el viaje no terminará con esa ansiada inmunidad, que después de
la salud física quedará restañar la mental, la económica… y desde luego, no estaremos
más juntos ni seremos más fuertes. Quizá todo lo contrario.
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@cuadrablanco. No es obligatorio.
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