Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 26 de febrero de 2021.
Finales de febrero ya, casi un año
desde que empezó la pesadilla de nuestro tiempo y aquí seguimos, con una
notable mejoría en los datos de contagios e ingresos pero aquí seguimos, con la
incertidumbre sobrevolándonos. Finales de febrero ya, el mes con más muertes
detrás del de abril del año pasado. Si ya es común en el ser humano el miedo al
futuro como tal, el miedo a lo imprevisible, al desconocimiento de lo que va a
pasar, en este tiempo esa turbación se ha multiplicado. Estamos nadando,
braceando más bien, en la incertidumbre desde hace ya demasiado tiempo y,
aunque las vacunas y el aislamiento puedan acelerar a despejarnos el futuro, la
naturaleza de este, su contenido aproximado, no se vislumbra. La cuestión se aproxima
más a que teníamos un modo de vida que de un día para otro se desmontó y ahora
sólo tenemos un montón de piezas que no sabemos cómo encajar. ¿Qué va a ser de
nosotros? Aceptémoslo, no lo sabemos, ni siquiera podemos hacer una proyección
cercana de lo que nos espera. Y estamos deseando un golpe de buena suerte que
contrarreste el mazazo que llevamos ya encajado y por el contrario lo que se
nos aparece es la ansiedad devenida por la incertidumbre. Tenemos ganas de
salir de este bucle de encierro-semilibertad-encierro-semilibertad que nos
ocupa el tiempo y volver a poder hacer planes de futuro con la certeza de que
se podrán llevar a cabo. Planear nuestra vida sin miedo a más restricciones, ya
sean estas sanitarias, de movimiento, económicas u otras cualesquiera;
recuperar la libertad no ya de hacer, sino de pensar que podemos hacer. Pero
mientras tanto, tenemos que convivir con este miedo y esta ansiedad que son
necesarias combatir centrándonos más en lo que podemos que en lo que no. Hablar
de ello no va a solucionarnos los problemas ni va a llenarnos el plato de
comida, pero puede valer para desahogarnos y tener otros puntos de vista sobre
lo que cada uno de nosotros siente. Todos hemos tenido alguna perdida en este
tiempo, ya sea personal o económica, y sabemos que las desigualdades se han
abierto y más que se abrirán, dado que a la recuperación llegará primero a los
que más tienen y se irá filtrando hacia abajo hasta llegar a los comunes y más
tarde a los desamparados. Mientras tanto, no se alarmen: es normal tener miedo.
Y lo que debería ser normal también es que todos arrimáramos el hombro para que
nadie vaya solo por el camino que nos queda. Sólo les pido que sean generosos.
Puedes seguirme en twitter en
@cuadrablanco. No es obligatorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario