Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 27 de noviembre de 2020.
Vaya por
delante que creo que, cuando uno escribe, plasma mucha parte de lo que es, de
sus vivencias, pensamientos, manera de ser, ideología… así que no confío mucho
en aquellos que dicen ser “totalmente objetivos” ante un determinado asunto o
circunstancia. Hace unos días citaba al Instituto Nacional de Estadística (INE)
para hablar de la despoblación de nuestra provincia. El dato es tan dramático
que, para reflejarlo en el mapa, han tenido que recurrir a un color específico
para referirse a nosotros. Así, en un rojo-granate que resalta como único entre
todas las provincias de España, destaca Zamora con una tasa de despoblación
superior al 15% entre los años 2008 y 2018. El dato, por sí solo dramático, ha
de contextualizarse con el hecho de que la pérdida de población en la provincia
es un fenómeno que se arrastra desde muchos años atrás y sin visos de que la
trayectoria descendente vaya a corregirse. Y este artículo podría terminar aquí
con un “y en estas estamos”, un suspiro de resignación y una mirada por la
ventana para observar un día de lluvia propio de esta época del año. Pero no.
Este artículo continúa con una mirada hacia nuestros gobernantes y diferentes instituciones
sociales; los del pasado, que consintieron desmontar el escaso entramado
industrial de la provincia sin que hubiera un plan de sustitución del mismo,
los más cercanos en el tiempo, que toleraron con esa trayectoria destructiva
para Zamora y nada hicieron para revertirla, y los actuales, que intentan
maquillar la realidad con unas cuantas medidas cosméticas de nula eficacia. No
hay un plan, o al menos se desconoce este, en el que las instituciones de la
provincia, entidades como Zamora 10, la Cámara de Comercio o cualesquiera que
se les puedan a ustedes ocurrir, hayan trazado juntas y de común acuerdo una
estrategia de reindustrialización de la provincia. Como hecho cierto, sólo
tenemos la noticia de la biorrefinería de Barcial del Barco; una muy buena
noticia de la mano de la iniciativa privada, el gran sueño de D. Vicente
Merino, y a la que se le han puesto más zancadillas que apoyos. Una muy buena
noticia, pero insuficiente. Sería necesario que muchas más iniciativas de este
tipo se apoyaran por las instituciones públicas y que, por burocracia o desidia
o ambas cosas mezcladas, proyectos así no tardaran diez años en arrancar.
Porque en los últimos diez años la tasa de despoblación es superior al 15%.
Porque la cifra sigue subiendo. Porque nos extinguimos. Y en estas estamos, sin
que nadie haga nada.
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