Fútbol y femenino II.

             Publicado en La Galerna el 14 de octubre de 2020.

El 30 de octubre de 2019 les escribí la primera parte de este artículo, en el que les comentaba la nula rentabilidad del fútbol femenino, la ausencia de patrocinadores (pese a que su liga tenga el nombre de una empresa suministradora de energía), la escasez de sus audiencias y que todo ello, bien agitado, suponía la no-generación de recursos propios. También les preguntaba si el fútbol femenino, a nivel organizativo, era una mentira, y ante mi propia falta de respuesta concluía con que todo su entramado aparentaba ser una pompa de jabón al lado de un cactus. El pasado domingo día 11 de octubre ya de 2020, el Real Madrid Club de Fútbol jugó en Valencia un partido cuyo resultado fue de empate a uno. Quizá alguno de ustedes se haya sorprendido por esto, más que nada porque el fútbol durante la semana pasada y esta se encuentra metido en ese torneo llamado “Liga de las Naciones”, cuyo desarrollo y finalidad desconozco, pero en medio de esa competición de selecciones, donde ustedes pueden informarse de cualquier partido en los diferentes programas deportivos de radio e incluso ver por televisión a potencias como las Islas Feroe, Gibraltar, San Marino o su comunidad de vecinos llegado el caso, el Valencia – Real Madrid del que les hablo se celebró de una manera casi clandestina. Para empezar, no se pudo ver por televisión. Por ninguna plataforma, página web, o medio de difusión similar. Incluso si ustedes disponen de acceso a satélites militares de la OTAN, tampoco habrán podido verlo. La razón es sencilla, el partido no se retransmitió ni siquiera por el  canal oficial del club. Del gol marcado en el minuto 22 de la primera parte por Kosovare Asllani, conocida como Kosse, no hubo imagen alguna. Año 20 del siglo XXI: La sección femenina del Real Madrid Club de Fútbol marca el primer gol oficial de su historia y para encontrarlo uno tiene que andar rebuscando el Google. Si nos vamos unas fechas atrás, creo recordar que el 14 de julio, se produjo la presentación oficial del equipo. Tras varios años en los que se pedía (exigía) que el club creara un conjunto de fútbol femenino como ya habían hecho en España el Atlético, el Athletic o el Barça entre otros, uno esperaba que se nos fuera informando de cada fichaje que se hizo, de cada firma de contrato, de las revisiones médicas. Vamos, igual que se hace con cualquier incorporación del equipo masculino. No se vio a lo largo del verano ni un toque de balón con la camiseta del Madrid a ninguno de los ocho fichajes que se hicieron. El club optó por una presentación conjunta, foto de grupo en Valdebebas y hala, a entrenar. No se gastaron ni unos cuantos tuits en mostrarnos una por una a cada jugadora, con su nombre, dorsal, demarcación, algún video… nada.

¿Para esto queríamos un equipo de fútbol femenino? No sé, en mi opinión se debería haber dado un protagonismo a la altura del evento. Y no, la situación de pandemia no es excusa. Tampoco sé nada sobre los derechos de retransmisión de los partidos del equipo, y si me apuran de la liga femenina en su conjunto. Haciendo comparaciones, y asumiendo que en estos países nos llevan varios años de ventaja en la cuestión, la potencia de los clubes franceses, ingleses, alemanes o norteamericanos nace de su organización, de la real y verdadera voluntad de crear una liga de fútbol femenina profesionalizada y dotada de medios económicos para que sea competitiva. De momento, y casi un año después de haberles escrito la primera parte de este artículo, sigo pensando en la pompa de jabón al lado de un cactus cuando escucho algo sobre fútbol femenino, una pompa a la que ahora empuja contra las espinas esta pandemia que parece que va a arrasar con todo.

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