Publicado en La Galerna el 3 de junio de 2020.
Madrugada del 3 al 4 de junio de 2017, ya no queda
nadie en el Estadio Nacional de Gales. Hace unas horas, el Real Madrid ha
vencido a la Juventus por 4 a 1 logrando su segundo título europeo consecutivo,
primer club que lo alcanza en la historia desde que se juega bajo el formato
“UEFA Champions League”. El triunfo, meritorio, lo es más también por cómo se
ha conseguido, con 8 victorias, tres empates y dos derrotas, máximo goleador de
la edición, con 32 goles, marcando en todos los partidos, dejando fuera a
Nápoles y Bayern, con victorias tanto en ida como en vuelta, y en semifinales
al Atlético de Madrid, con un 3-0 en el partido de ida. Junto a este título, en
esa temporada se consiguieron también la Liga, la Supercopa de Europa y el
Mundial de clubes. Zidane en 17 meses logró un modelo perfecto de gestión de grupo,
implicando a toda la plantilla, alabando y criticando sin abrir heridas, y
sobre todo, haciendo que el equipo jugase de una manera espléndida. En nuestra
sociedad, estamos acostumbrados a escuchar cómo hay que gestionar el fracaso, o más bien cómo aprender a tolerar
la frustración que sentimos cuando las cosas no van bien o no salen como
nosotros queremos o esperamos, pero ¿quién nos enseña a manejarnos con el éxito? ¿qué hacemos cuando ganamos? No
es que en el Madrid exista un “miedo a ganar” dada la trayectoria histórica del
club, pero sí conocemos la responsabilidad que conlleva “ganar”, que podría
resumirse en “seguir ganando”. Desengañémonos, no podemos ganar siempre, pero
sí tenemos el deber de hacerlo casi siempre. Bien es cierto que en 2018
volvimos a ser campeones de Europa, pero la Liga fue una travesía en el
desierto, así que podemos determinar que esa madrugada del 3 al 4 de junio de
2017 supuso el paroxismo de la “Era Zidane”, la culminación de su obra. ¿Y
después qué? Como les he dicho, ese “después” vino con otra
Copa de Europa bajo el brazo, lo cual pudo alejarnos de la realidad y dificultar
la autocrítica. ¿Qué se ha hecho desde entonces? En el aspecto deportivo,
fichar talento joven. La ausencia de genios en el mercado mundial (en realidad
sólo existen dos a los que podríamos llamar así, desde mi punto de vista Messi
y Mbappé, y ambos inaccesibles por diferentes circunstancias) imposibilitaba
una renovación galáctica al estilo de los primeros años del 2000. En el aspecto
institucional, la reforma del estadio. Se han fichado niños y no siempre para
jugar en el 11. Esta decisión, sin duda
arriesgada, ha supuesto que al Madrid hayan llegado las mejores promesas del
futbol de los próximos años, los cuales han de desarrollar sus capacidades y
“aprender” la exigencia de jugar en el Real Madrid. ¿Que no todos romperán en
cracks mundiales? Obvio, con que lo hagan un par de ellos el riesgo habrá
merecido la pena. Es más, con lo que se ha invertido en ellos y dada la
situación económica actual, es probable que este verano no se fiche a nadie y
que incluso por dicha coyuntura alguno pueda salir cedido para seguir
formándose. Todos sabemos que seguimos necesitando un goleador, y todos ahora
mismo estamos pensando en el mismo rubio, pero si no se pudiese, que pinta que
será lo más probable, será Zidane el responsable a hacer de la coralidad del
equipo virtud, y estos los obligados de dar lo mejor de sí mismos. De algunos ya
sabemos dónde está el nivel, Asensio por ejemplo, y sólo les queda mantenerlo
en el tiempo. De otros lo sospechamos (metan aquí a los llamados “brasiniños”)
y será cosa de la dirección técnica el exprimirlos. En cuanto a la reforma del
estadio, se ha acelerado y pudiera llegar antes de lo que se esperaba.
La inversión es brutal, pero era necesaria para darle
mayor globalidad al club con más valor económico del mundo, y posibilitar que lo
siga siendo. Y no les miento cuando les digo que si de algo me fío con nuestro
presidente al mando, es de la gestión de los números. Que con lo que se va a gastar podríamos tener
vestidos de blanco ya a Mbappé, Haaland y Neymar, casi seguro. Pero se trata de
asegurarte que, aunque los dos primeros acaben en el equipo más pronto que
tarde, en los años venideros podamos seguir firmando a los mejores del mundo
que estén por venir, aunque haya clubes-estado, pandemias o apocalipsis varios.
El año pasado fue un desastre deportivo y este está por ver, pero dos años
valle no pueden hacer que cambies de rumbo como quien da palos de ciego.
Además, si en aquella madrugada de primeros de junio de Cardiff nos sentamos en
el cielo, dense un voto de confianza y crean que el camino para ello no se nos
ha olvidado. De hecho, porque no se nos olvida nunca, somos el Real Madrid.
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