Soledad



                 Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 24 de enero de 2020.


Nos han dejado solos, bien es cierto que a unos más que a otros. Los que encabezan la lista, sin duda, los habitantes de las diferentes comarcas zamoranas a las que les han privado de una asistencia sanitaria mínima. Que no la pedimos ya de calidad, sino mínima, que no suponga tener que trasladarse a kilómetros de distancia para que un médico te atienda. Esa es otra, cómo me desplazo esos kilómetros cuando no hay unas líneas de transporte que lo permitan, ni todo el mundo tiene un coche en la puerta ni edad para conducirlo. A estos les siguen, o se solapan con ellos, los que no pueden comunicarse. No es que no les llegue internet o la telefonía móvil, sino que el teléfono fijo de toda la vida no funciona. Ni pueden sentarse al amparo del brasero a entretenerse viendo la televisión porque tampoco tienen señal. No pueden llamar a un amigo lejano, al hijo que emigró del pueblo, al vecino, ni pueden mitigar la soledad con el consuelo de la programación televisiva. Y todos estos pesares los comentan entre ellos y los más osados se los reprochan al alcalde del lugar, el cual habla con otros alcaldes cuyos vecinos están en las mismas circunstancias y se lanzan a venir a la capital a ver si el Presidente de la Diputación los quiere recibir. Y este los recibe, los escucha, dice que los entiende, que esto no puede seguir así, que es inadmisible y que le trasladará sus quejas y necesidades a la Junta de Castilla y León. Y se las traslada, y la Junta le dice que lo entiende, que esto no puede seguir así, que es inadmisible y que trasladará sus quejas al ministro del ramo. Y mientras, la soledad se asienta, nos devasta y nos va haciendo invisibles. Hay un movimiento que quiere crear la Comunidad Autónoma del Reino de León, formada por León, Salamanca y Zamora. Lo que no sé es si cuentan con nosotros para dejarnos como Neil Armstrong y “Buzz” Aldrin a Michael Collins, que mientras ellos bajaron a la Luna a dar paseítos, coger muestras y llevarse la gloria, Collins se quedó solo en el Apolo XI. Solo en una lata metálica en mitad de la nada, con nadie con quién hablar y mirando por un ventanuco como los otros dos jugueteaban sin él. Así estamos, solos esperando a que alguien nos llame para salir a jugar. Pero no nos llaman porque no tenemos teléfono ni para poder quejarnos. Igual la estrategia es esa, aislarnos.


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