Acción.




                 Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 21 de junio de 2019.

      Pónganse en situación. ¿Saben esa costumbre de preguntar si nos da miedo la muerte? Bueno, pues a mí lo que me da miedo es la vida, porque una vez muerto aquí paz y después gloria, siendo lo que yo entiendo por gloria que tus cenizas reposen en una urna, pero en vida uno tiene que enfrentar todo lo que le venga y encima con un estado de ánimo más o menos activo. Ya me dirán qué provoca más miedo. Pues algo así pasa con el alcalde de Zamora. Elegido por mayoría absoluta y ya constituido el nuevo ayuntamiento con la toma de posesión de sus concejales y demás, ahora es el momento de enfrentarse y afrontar la realidad. No seré yo el que venga a decir que no se ha hecho nada en estos cuatro años, no. Bien es cierto que se han saneado las cuentas, que se han arreglado aceras, bancos, jardines, etc. y no tengo constancia de que haya habido escándalos de corruptelas o similares. Es más, Guarido se bajó en 2015 casi un 50% el sueldo respecto a lo que percibía su antecesora. Para cuatro años, ni tan mal. Pero ahora viene el momento de plantarle cara a la a la realidad de la ciudad. Si bien el alcalde “presumía” de haber usado apenas 10 veces el coche oficial en su primer mandato, este hecho desde mi opinión no es tan positivo como parece, dado que lo relevante no es las veces que lo uses sino el fin para el que lo uses. Así, igual ese coche debería haber hecho más kilómetros para que nuestro alcalde se desplazara donde están los verdaderos núcleos de poder, económicos y políticos, para dar la cara por Zamora. Marcar unas condiciones ventajosas para crear industria, de tipo fiscal, cesión de suelo público, lo que sea necesario, y con ello no ya sólo atraer población sino fijar la poca que queda. Eso o corremos el riesgo de convertirnos en una ciudad como aquellas sobre las que hacían a finales de los 40 y 50 pruebas nucleares. Ciudades perfectas, limpias, con habitantes sonrientes y niños juguetones. Lo que pasa es que esos habitantes eran maniquíes y nada más. Cuatro años por delante para, aparte de dejar nuestra ciudad como un perfecto decorado, hacer que en ella haya acción y no omisión como hasta hoy. Suerte de la buena, alcalde. Suerte de la buena, zamoranos. 

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