Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 28 de septiembre de 2018.
¿Saben eso
que dicen que tal o cual cosa es como montar en bici porque nunca se olvida dada
la sencillez del hecho en cuestión? Bueno, pues lo de escribir no es una de
esas cosas. Y no me refiero a encontrar la expresión correcta, la palabra adecuada,
la sintaxis perfecta. No. Me refiero a encontrar un tema de interés y saberlo
dirigir de tal modo que se vuelva interesante para el lector, o más difícil aún,
coger un tema banal y reconducirlo para que seduzca al sujeto que lo lee y
dejarlo con ganas de más. O dejarlo vacío, o pensando. Provocarlo. Por ejemplo,
hoy voy a contarles que es otoño. Es una estupidez, porque doy por hecho que
todos ustedes ya saben que estamos en otoño pese a que la climatología se
empeñe en desmentirnos semejante evidencia. Es otoño, sí, y aunque muchos lo
nieguen es necesario que lo sea de verdad. Necesitamos al otoño, un otoño que
haga que llueva, que llueva mucho. Que promueva aflorar en nosotros esos
sentimientos melancólicos de pasear pisando las hojas húmedas caídas de los
árboles aun a riesgo de resbalar y acabar en el suelo, pero no por torpeza,
sino porque vamos pensando en otra cosa mientras el viento nos distrae, nos
trastorna, nos vuelve locos, y necesitamos el otoño para retornar a ese punto
de desvarío aletargado por el calor veraniego. Locura y melancolía, menuda
mezcla me dirán. Me reitero, necesitamos el otoño para meternos en la cama y enroscarnos
ya bajo alguna manta que nos cubra, que nos haga sentir a salvo del ulular del
viento y del crepitar de la lluvia (sí, no sólo crepita el fuego, sino también
su némesis el agua) que nos enseñe a vivir de nuevo con nuestra fragilidad ante
la naturaleza. Y en esa oscuridad temprana y otoñal otras emociones también
retornan, abandonándonos por fin la euforia impostada del verano. Estás más
sensible, necesitas que esa persona que te espera o que no está te abrace y te
bese, necesitas que lo haga por ti y porque se muera de ganas de hacerlo.
Necesitamos que alguien nos aguarde. Necesitamos que sea otra vez otoño. Otoño y
que llueva y que no te vayas. Que te quedes conmigo. Que sea otoño otra vez y que
te quedes.
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obligatorio.
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