Dicen.



           Publicado en El Día de Zamora el 16 de septiembre de 2016.

     Saben ustedes de sobra que el hecho de vivir en una comunidad pequeña favorece la existencia de una latente rumorología, la cual suele centrarse en despellejar al personal más que en alabar sus logros o destrezas. Pocas veces escucharán que “Fulanito es un gran profesional y una excelente persona”, sino más bien que “Fulanito es un inútil, que está ahí porque lo enchufó su padre. Y encima anda trajinándose a Menganita, que ya ves, no vale para nada, pero claro como conoce a…” Y sí, cotillear está feo y no puede considerarse como el mejor de los pasatiempos, pero según el psicólogo Miguel Silveira, es divertido. “No podría haber sociedad sin cotilleo, ya que necesitamos tener información sobre otras personas y nos fascina la vida privada de los demás”. Aquí, puntualizo yo sin necesidad de ser psicólogo, que igual nos sería más conveniente centrarnos en cómo organizar nuestra vida, o qué hacer con ella, que no focalizar nuestros esfuerzos en destripar al ajeno, porque sí, el cotilleo en lo que se basa es en resaltar aspectos negativos, sean ciertos o no, para procurar hacer con ello el mayor daño posible. Como no solo de psicólogos vive la sociedad, también han opinado sobre la cuestión economistas, que ya me dirán qué pintan aquí, pero una tal Elena Martinescu, de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Groningen (Holanda), afirma que los cotilleos son motivadores, dado que pueden ayudarnos a mejorar nuestro comportamiento. “Escuchar cotilleos sobre otras personas nos ayuda a evaluarnos a nosotros mismos, porque nos comparamos con las personas acerca de las que se cotillea”. Es decir, recibimos una lección útil sin necesidad de enfrentarnos directamente con la persona de la que se habla, ahora bien, esto cuando el cotilleo es positivo, las menos veces, porque cuando es negativo aparece el temor a convertirnos en protagonistas de los mismos. Por ejemplo, dicen por ahí, no es que yo sea muy de poner la oreja, que si mezclas ansiolíticos con dos cervezas y a eso sumas conducir a unos 170 kilómetros por hora, puedes liarla parda. Qué feo es eso de cotillear eh, podemos perjudicar a mucha gente. Pero también nos ayuda a transmitir y recoger información, en especial sobre normas sociales, lo que puede servirnos para saber a qué atenernos y con quién tener cuidado. Ahora, no olvidemos que se trata, también, de un comportamiento que puede ser injusto.


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