Publicado en El Día de Zamora el 15 de enero de 2016.
Como ya es sabido, supongo, el
pasado miércoles se produjo la sesión inaugural del Congreso de los Diputados en
la que abundaron numerosos gestos, de los cuales paso a destacar los, en mi
opinión, más relevantes. El primero de ellos, el de sorpresa de la Policía
Nacional, al ver llegar un montón de nuevos diputados en bicicleta, como si de
una secuela de “Verano Azul” se tratara, y la consiguiente duda entre si los
dejamos pasar o los desalojamos a porrazos por si acaso. El de estupefacción de
Jesús Posada, anterior presidente del Congreso, cuando pasó a su lado por la
puerta del hemiciclo un diputado de gran estatura y con unas rastas que ríanse
ustedes de las de Bob Marley. El de repugnancia, o similar, de Rajoy, al casi
rozar a Pedro Gómez de la Serna cuando este se dirigía a votar al presidente
del Congreso. D. Pedro es ese señor al que, defendido en un principio por el propio Mariano porque no estaba imputado por nada, la Fiscalía Anticorrupción le
presentó una querella. Contra él, contra el exembajador Gustavo de
Arístegui y contra otras seis personas por presuntos delitos de
corrupción en las transacciones económicas internacionales, cohecho, blanqueo
de capitales y organización criminal, la cual ha sido admitida a trámite por el juez de la
Audiencia Nacional José de la Mata. Una joya vamos. Otro gesto muy
comentado ha sido el de Carolina Bescansa, diputada de Podemos, que se llevó a
su bebé al trabajo e incluso lo amamantó allí. No sabemos si lo hizo para que Íñigo
Errejón tuviera con quién jugar y estuviese entretenido, por mero postureo, o
como queriendo reivindicar los derechos que asisten a las madres, y padres
añadiría yo, a conciliar de manera efectiva la vida laboral y la familiar. Raro
a mí me pareció, para qué mentirles. Pero el gesto que se ha llevado la palma
esta semana ha sido de la abogada del Estado del “Caso Noos” al afirmar que lo
de “Hacienda somos todos” no es más que un eslogan publicitario. Pues he de
decirles que tiene razón esta señora, porque visto lo visto, el lema se ha convertido
en la publicidad más engañosa que nos han colado en todos estos años. Ni las
dietas milagro, ni los ungüentos para remediar la calvicie, ni cosa parecida.
Ahora, ya sabíamos que hacienda no éramos todos, éramos, y somos, algunos. Y
claro…
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