Publicado en El Día de Zamora el 15 de mayo de 2015.
Pues por si no se han dado cuenta ustedes,
estamos en plena campaña electoral para el día 24 ir a votar y así elegir a
nuestros representantes municipales y autonómicos. Ya para empezar, eso de que
yo deje un papelito en una urna y ese mío, junto con otra montonera de
papelitos, otorgue el poder de representarme a mí en un ayuntamiento o en las
cortes de mi comunidad autónoma, no acabo de verlo claro. Más que nada, porque reparo
en personas que no conozco de nada por la tele, las escucho en la radio, o las
observo mirarme desde sus fotografías de fingidas sonrisas y gestos amables,
colgadas en las farolas, síntoma ya de que me otean muy por encima del hombro,
y no distingo a ninguno como un ser capacitado para representarme en ningún
ámbito de mi vida.
I)
Trabajar: Estos días los veo venga a dar mítines, de acá para allá, como si
tuvieran el don de teletransportarse, se me aparecen en las redes sociales,
ubicuos en romerías, barrios, festivales y eventos de cualquier tipo. Según nos
cuentan, están trabajando, lo que no trabajaron, para hacer de nuestros
municipios y comunidades unos lugares mejores, reconociendo de manera implícita
que ahora son poco más que escombreras de seres humanos.
II)
Crecer: Si se fijan, todos ellos aparecen agigantados. Se creen criaturas superiores
a nosotros, que gracias a sus asesores de imagen y a los efectos que
correspondan, aparecen en sus púlpitos como semidioses que proyectan su
benefactora sombra sobre nosotros, mortales. Prometen y prometen que harán y
dejarán de hacer en su omnipotencia, sin darse cuenta de que, lo que nos
trasladan, es que durante los cuatro años anteriores poco hicieron o nada por
nosotros y sí mucho por sus intereses.
III) Hacer el ridículo: podríamos decirles que su libertad de hacer el
ridículo acaba donde empieza nuestra vergüenza ajena, pero ni así refrenarían
su ansia de ponerse a cantar, soltar chistes sin gracia, bailar, o lo que tenga
que surgir para parecer cercanos y espontáneos, y así ganarse nuestra confianza
en forma de voto. por un tiempo se convierten en bufones de manera consciente,
sin reparar que el resto de su mandato lo siguen siendo, quizá
inconscientemente, aferrados al "dame pan y dime tonto, pero dame pan o ya
haré yo que me lo des".
Puedes seguirme en twitter en @cuadrablanco. No
es obligatorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario