Locuacidad mesurada.



                    Publicado en El Día de Zamora el 22 de mayo de 2015.


        Cuando ustedes lean esto estarán a solo unas horas de reflexionar para, pasadas unas horas más, depositar su madurado voto en la correspondiente urna. Eso los que decidan votar, que tras estos días de matraca electoral, igual alguno ha decidido que ya todo le importa más bien poco (pongan aquí una expresión mucho más coloquial y soez) y decide obviar lo de participar de "la fiesta de la democracia". Y la verdad es que estos días de campaña, aunque acaben siendo cansinos, vienen bien para que los candidatos nos cuenten sus propósitos, no ya por el hecho de conocer estos, que puede ser que nos traigan al pairo, sino porque con la intención de comunicarnos las bondades de sus futuras intenciones hablan y hablan, quedando a veces retratados, porque como lo habitual es que no se preocupen de decirnos nada mientras no necesitan nuestro voto, han perdido el hábito de la comunicación. Así, el podio nacional lo encabeza nuestro amado líder el cual en un mitin en Pamplona soltó la frase de "¿Quién habla hoy en España de recesión y de paro?" y se quedó tan oreado. Como me gusta que participen en mis artículos, les dejo que las increpaciones las pongan ustedes. A nivel local, la palma se la lleva una de las candidatas que se presenta a nuestra alcaldía, la cual se refirió a sus rivales como "los sinvergüenzas que nos quieren quitar el puesto" No se equivoca el refranero al decirnos que la cara es el espejo del alma. En el caso que nos ocupa, de cara estos personajes van más que sobrados, así que imaginen cómo se las gastan de alma. Ahora bien, camaleónicos que son, tienden a cambiar de rostro con facilidad, mutación que denominaremos "rostro social". Entonces nos mienten, dirán los más radicales. No amigos, se adaptan. Y esa adaptación implica un camuflaje que facilita su supervivencia, pero en cuanto tienen que dar la cara, la verdadera, les sale de dentro su verdadera condición y quedan retratados. Todos ellos. Nos dice la Biblia: "No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto, pues todo árbol se conoce por su fruto, ya que no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas". Ya conocemos los frutos de los unos, probar de otros lo dejo de su mano para el domingo.


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