La Voz.


               Publicado en El Día de Zamora el 17 de abril de 2015.


       En esta semana se nos han muerto Günter Grass y Eduardo Galeano. El mismo día, como si el mundo pensase que estamos sobrados de talento. Tengo que confesarles que apenas sé de la obra del alemán, "El tambor de hojalata" y poco más. Reconozco su valor de hacer público el hecho de que, a los 17 años, formó parte de las Waffen-SS "Yo fui seducido, pero ahora mismo no puedo entender cómo fuimos tan estúpidos cuando todo apuntaba en contra", admitió. No resulta fácil verbalizar un pensamiento o un hecho que tenemos dentro de nosotros y que queremos expulsar, como si así nos extrajéramos un tumor maligno. No tengo palabras solemos decir, cuando en realidad las tenemos pero nos aterroriza usarlas. El uruguayo Eduardo Galeano, en el texto "Celebración de la voz humana" de su "Libro de los abrazos", cuenta la historia de unos presos de la dictadura de su país, que tenían atadas las manos, pero que, con sus dedos, dibujaban palabras para conversar con ellas. Algunos de estos presos, nos dice, estuvieron más de diez años enterrados en calabozos del tamaño de un ataúd sin estar en contacto con nadie más, salvo con el sonido de las rejas y los pasos de los guardias. Dos de ellos se salvaron porque tuvieron la idea de comunicarse a través de golpecitos en la pared. "Cuando es verdadera, cuando nace la necesidad de decir, expresa Galeano, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla con las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea". Desconfiemos de aquellos que nos dicen que son la voz de los que no la tienen, porque nadie está para suplantar la voz de nadie, sino para facultar que se nos pueda escuchar a todos. Nos están acallando, no es gratuito que una de las primeras palabras con las que se nos educa y que va tomando cada vez más fuerza con paso del tiempo sea el NO: "no hagas", "no digas", "no sientas", "no pienses por ti mismo", "no tengas iniciativa", "no seas creativo", "no quieras ser libre". No podemos renunciar a nuestra propia voz, cedérsela a otros y aspirar a la libertad. Así, emulemos a Galeano: "Todos tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada".  


        Puedes seguirme en twitter en @cuadrablanco. No es obligatorio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario